Maruja y la refinería
Maruja y la refinería

La decisión de construir la refinería de Talara fue una de las mayores y más caras estupideces dentro del colosal cúmulo de absurdas decisiones de políticas públicas ejecutadas en la historia del Perú, porque no somos un país petrolero, porque era una inversión excesivamente cara (entre muertos y heridos, iba a salir unos US$6,000 millones), porque solamente había que modernizarla para eliminar sulfuros (Repsol gastó solo US$741 millones en La Pampilla) sin rehacerla íntegramente y porque todo no pasaba de un irracional y faraónico capricho de un grupo de izquierdistas (Ollanta Humala, Humberto Campodónico y La República), cegados por su ideología estatista y su pleitesía a ese falso ídolo llamado Petroperú.

Pero llueve sobre mojado: esta tremenda y reciente caída en el precio del petróleo ha tenido un impacto nuclear en la industria del refino, por lo que ese elefante blanco de Talara es más elefante blanco que nunca. Y a ver cómo se consigue ahora con esta crisis el financiamiento (unos US$1,000 millones) que falta para terminarla, además de que suena demente estar endeudándose para un gasto que no es esencial.

¡Seguramente la pagaremos con gasolina más cara de lo que debería ser!

Y sería interesante, por ejemplo, que Maruja Barrig escribiese sobre ese descomunal despilfarro que empujó su medio La República, como otros también tan onerosos e inútiles (Gasoducto Sur, Panamericanos, las IRSA), en lugar de invertir en salud y educación. Y ella en repetir falacias: los presupuestos públicos de los 90 eran diminutos al costado de los que hubo tras el año 2004 y mucho del dinero de las privatizaciones lamentablemente se agotó en gasto contracíclico contra la crisis del 98 (¿Barrig no recuerda esa megarrecesión o vivía en Miami?).

Dicho sea de paso, el libro de Quiroz es chismoso, sin mucha data fiable y bastante sobrevalorado.