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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Si a mí me pidiesen que nombrase al político peruano más sonso, sin lugar a dudas le entregaría ese laudo a Marco Arana, quien se lo ha ganado y con creces. Una de las primeras reglas de la política y otros menesteres –y no necesitas ver House of Cards para saber eso– es "nunca meter a otro gallo en tu gallinero". ¿O ya no se acuerdan de lo que le pasó a Pocho con "El Veco"? Arana tenía la única inscripción de la izquierda a nombre de Tierra y Libertad, y con ello la candidatura presidencial hasta octubre del 2015. Entonces… ¿Por qué diablos fue tan cándido de caer en el canto de sirena de sus rivales políticos internos y accedió a esas elecciones primarias que perdió frente a la Mendoza, su ahora némesis política?

Si fue por estar absolutamente seguro de ganar, pues pecó de soberbio y como buen cura debió saber que ese pecado perdió al astuto demonio. Si lo hizo por "nobleza democrática", pecó de necio: en política jamás se le da ventaja al adversario, salvo que esté huyendo despavorido y sea más bien riesgoso arrinconarle y que por allí te saque algún desesperado zarpazo letal de suerte. La Mendoza ni pintaba en aquel entonces y allí estaba el sur, listo como siempre para votar por un rojo por ignorancia y resentimiento frente a Lima. Su mayor problema allí hubiera sido el sorpresivo Guzmán, pero el folclórico Jurado Nacional de Elecciones de Távara se encargó de apartarle. Y a 'Goyo' Santos le faltó tiempo (además, nunca se debió admitir que un preso vaya a un debate presidencial, pero el folclórico JNE se lo permitió).

Es cierto que Arana no es el rey del carisma (como Ollanta tampoco), pero él con la izquierda y encabezando a TyL sacaba un mínimo de 15% solo, suficiente para posicionarse. Acceder a primarias sin estar obligado… ¡Insensato!