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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

¿De cuándo acá la lenta, farragosa, papelera y mediocre Contraloría peruana resulta el oráculo de la verdad absoluta y sus informes dignos de Einstein? De lo que yo recuerdo, esa es una institución que JAMÁS ha funcionado satisfactoriamente. El único de los contralores que recuerdo que hizo bien su trabajo fue Miguel Ángel Cussianovich (antes ministro de Trabajo en 1963/64) bajo el segundo belaundismo e inicios del Aprocalipsis, que se metió valientemente con todo en los casos Guvarte y Mantaro/ Pachitea y que le paraba los machos sin pestañear a Alan I al inicio de su gobierno (curiosamente, años antes hubo un contralor, César Salazar Souza Ferreira, que estuvo al mando por 26 años –1954/70– hasta que le sacó el dictador Velasco para militarizarla).

De allí no he visto más que desfilar incondicionales al régimen de turno (Luz Áurea Saénz con el APRA y Víctor Caso Lay/Carmen Higaonna con el fujimorismo), "blufs" como María Herminia Drago o el reciente Fuad Khoury (dados sus espectaculares CV en el sector privado, se esperó muchísimo más de ellos) o sujetos que mostraban un claro juego político (el finado Genaro Matute bajo el toledismo o el actual Edgar Alarcón, al que parece que le gusta mucho tomar Fanta).

La Contraloría ha sido un ente tan inútil que en sus narices han ocurrido robos descarados, como toda esta gigantesca corrupción brasileña desde Toledo a Humala, por no hablar de los saqueos ocurridos en el Aprocalipsis y el fujimorismo. Por eso, ahora me río cuando observo a gente que exclama "Contraloría" como si hubiese pronunciado el nombre de un ser infalible. No me gusta Chinchero: apesta a lobby y cuchipanda. Pero tampoco me van a vender que este contralor no está politizado o que ese último informe es la divina pomada: ya estoy viejo para cojudo.