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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

-Interesante la reciente promesa de la ministra Pérez Tello de hacer pronto público el Informe Kroll, así como de solicitarle a esa firma neoyorquina de detectives financieros que entregue todo lo investigado, pues siempre sorprendió que Toledo, García y Humala lo hayan guardado bajo siete llaves. La leyenda urbana sostiene que dos de los siete tomos desaparecieron en Lima al poco de llegar por ser los más "radioactivos", pues más bien aparecerían muchos nombres de caviares comprometidos con la corrupción montesinista en lugar de las esperadas cuentas de Fujimori. Así, el gobierno toledista, el mismo que había contratado a Kroll en 2002 por US$700 mil, lo "fondeó" (increíblemente el TC se opuso también a que se haga público). Los contribuyentes que sufragamos esa pesquisa tenemos derecho a examinarla, quince años después.

-Por respeto profesional, jamás comento los temas internos de las empresas donde laboro. Solo diré algunas cosas conexas al affaire Butters: A) Como amigo, me apena el desenlace. B) Si uno firma un contrato, pues a atenerse al mismo. Y no caer en barbaridades. C) Preocupa que las empresas que publicitan actúen tan "sobre caliente" ante la emotividad de las redes sociales. Esto sin menoscabo de que la libertad de empresa permite y debe permitir absolutamente este tipo de decisiones. D) Otros no celebren mucho, que esto les puede ser un boomerang: mañana un "progre" escribe algo que no les gusta a los religiosos y acaba igual. E) ¿Es profesionalmente correcto transmitir una irrelevante bronca callejera entre dos periodistas –donde al parecer uno fue a provocar al otro– y encima editorializar en el aire sobre ella, haciéndole cargamontón al que no es de la casa y sin siquiera preguntarle después por la razón de su enojo? A mí no me lo parece.