No me ha gustado nada la designación de Gustavo Adrianzén como premier. Es un abogado especializado en Derechos Humanos y siempre la gente metida en esa área es muy caviar de espíritu, aunque juren que han cambiado o que la caviarada crea que se les ha tronchado. Es muy, muy cercano a Pedro Cateriano, una pésima influencia, pues es un tipo oportunista (sirvió a Humala y lo intentó con Vizcarra), servil (fue la “luz verde de Nadine” y es un eterno cortesano vargallosiano) y nefasto (un polarizador profesional), que sigue preso en su clóset de odios. Adrianzén es abogado y los abogados no suelen ser buenos gestores (más bien complican todo innecesariamente), cuando lo que más se demanda de la PCM en estos momentos es gestión. Además, mostró ser un sujeto amoral y sumiso cuando despidió a la procuradora Príncipe, que estaba cercando a Nadine por sus libretas. Finalmente, no le veo la muñeca política de Otárola. Mejor se hubiera quedado haciendo su labor en la OEA.

Tampoco estoy de acuerdo con la creación del Senado. Con estos sistemas electorales absurdos, la gentuza que ha copado la política y ese ‘electarado’ lo que vamos a tener son otorongos con canas. Como me comentó un sagaz amigo, entre varios requisitos habría que poner exámenes de conocimientos, comprensión de lectura, castellano y coeficiente intelectual (IQ) para poder ser legislador. No debería acceder nadie que tuviese menos de 100 puntos de IQ. ¡Así no habrían entrado jamás tanto genio del Frepap, Perú Libre y el 90% del fujimorismo, acciopopulismo, izquierdismo y acuñismo al Congreso en estos últimos años! Claro que esos exámenes los tendría que administrar una universidad extranjera de prestigio, porque la PUCP y la mayoría de claustros locales meterían a toda la caviarada o a cualquiera (hasta la Pacífico es una sombra de lo que fue). También debería exigirse haber pagado impuesto a la renta y poseer un patrimonio mínimo, porque entra mucho informal y muerto de hambre voraz a ver que saca.

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