notitle
notitle

Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Creo que jamás había escuchado un discurso presidencial tan insustancial como este último, que no pasó de ser un largo y tedioso recuento de supuestas obras y acciones ya hechas, amén de promesas vagas: se ponía una grabadora en lugar de Ollanta y se habría tenido el mismo efecto de palabreo.

¡Por lo menos pudo aguantar estos decretos dados recientemente sobre seguridad y vivienda para soltarlos en esta fecha y así tener algo sustancial para rellenar esta alocución tan anodina! Porque, si bien es cierto que estamos en la recta final de su administración, todavía muchas cosas útiles se podían anunciar, como alguna medida inteligente que desentumezca nuestra acalambrada economía. Incluso, no era partidario de que se eleve la RMV –porque no existe actualmente la caja necesaria para enfrentar aumentos en sectores casi recesados como manufactura o construcción, y lo que se iba a provocar eran despidos–, pero ni eso, tan rumorado, se escuchó.

O bien pudo explicarnos qué pasó con Tía María o la 'ley Pulpín' y, cómo a partir de esas experiencias ingratas, iba a volver a intentar reanimar la minería o el empleo. Pero no, solo bla-bla-bla…