El lunes volveré a la política criolla, además de que no quiero dejar de cerrar esta semana sin escribir sobre la atrocidad terrorista ocurrida en Bélgica y sus posibles efectos en la política europea. Nunca dejaré de maldecir a Bin Laden cada vez que tengo que pasar por esos agobiantes controles que existen hoy en todos los aeropuertos. ¡Uno añora los tiempos en que subirse a un avión era como tomar un ómnibus! Y con estas incesantes salvajadas de ISIS en Europa, lo que va a resultar es un mayor ascenso de los partidos xenófobos, por lo que el Viejo Continente se nos cerrará aún más a los extranjeros. Hasta tal vez colapse a la Unión Europea, tan debilitada ya porque el euro ha devastado económicamente a varios países que no pueden mantener una moneda común con la potente Alemania.
Cuidado con la ultraderecha europea y su reciente auge debido al temor a los inmigrantes musulmanes, que ya tenemos al Frente Nacional francés (27%); los Demócratas suecos (23%. ¡Sí, en Suecia!) y al Partido Popular suizo (29% ¡Sí, en Suiza!) liderando ambos países; mientras que no dejan de crecer el holandés Partido por la Libertad (13%), el austriaco Partido de la Libertad (21%), el inglés UKIP (13%), el Partido Popular Danés (14%), el Jobbik húngaro (20%) y los Auténticos Finlandeses (18%). Y así no ganen las elecciones, estos terminan empujando a los otros partidos a ponerse hostiles con los extranjeros a fin de quitarles banderas políticas: muchos europeos sienten que sus países están por borrarse pronto ante una marea de población islámica con una religión muy arcaica y muy militante, que no se integran socialmente, que minusvaloran mucho a las mujeres y que –aceleradamente– tienen mucho más descendencia que ellos.