Curiosamente, en este año han bajado a segunda división las dos viejas “alianzas” que más han influido en nuestro país en sus campos respectivos: el Alianza Lima (1901) y la Alianza Popular Revolucionaria Americana o APRA (1924). Aclaro que no estoy haciendo un símil futbolístico/político entre ambas alianzas, pues ya suficiente tuve de insultos y amenazas cuando una vez escribí aquí una analogía entre el PPC y el Deportivo Municipal…¡Los hinchas no tienen humor! Hay algo de Leguía en estas dos alianzas, pues al club le pusieron inicialmente “Sport Alianza” por el nombre de la caballeriza (Stud Alianza) en el hipódromo de ese mandatario mientras que el APRA se fundó durante el Oncenioleguiísta. Y es bajo ese mismo Oncenio que el equipo victoriano cambia definitivamente su nombre a… Alianza Lima.

Si bien tanto Alianza Lima como el APRA están tratando de evitar la baja con recursos en mesa, la cosa les está difícil. Una fue vencida en los estadios, mientras que el APRA al parecer pretendió inscribir sus listas presidenciales y congresales a último momento y el software del JNE no procesó su pedido al ser una tortuga coja de lento (confieso que no entiendo bien el castellano del comunicado del JNE al ser tan infame su redacción, pero tal parece ser la causa). De haber sido así, la culpa entonces no es del partido sino del JNE y procedería facilitar la inscripción. De todas formas, ambas alianzas retornarían relativamente pronto a primera división: al APRA le sobran afiliados y comités para reinscribirse como partido, mientras que Alianza Lima tiene una hinchada inmensa.

El caso del Frente Esperanza de Olivera es muy distinto al aprista, pero sería un escándalo si el JNE no le permite participar. No han dejado de ponerle obstáculos que ya han sido idiotas por lo excesivamente puntillosos. ¡En pleno COVID-19! Esto efectivamente huele a sabotaje.

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