notitle
notitle

Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Ha sido muy divertido observar la pataleta que sufrió nuestra izquierda criolla y sus "compañeros de viaje" por la mediación del cardenal Cipriani en la cumbre PPK-Keiko. También se aduce que la Iglesia no debió meterse porque se pierde institucionalidad. Last but not least, a los zurdos les irrita que PPK supuestamente "capitule" y se "humille" al dialogar.

Sobre lo primero, les apuesto que los rojicaviares no habrían dicho nada si el religioso convocante hubiese sido algún cura rojo (Bambarén, Gustavo Gutiérrez, Garatea, Barreto) o "malagua" (Cabrejos, Piñeiro). ¡Allí sí La República feliz les habría puesto en portada! ¿No se acuerdan cómo aplaudieron cuando se intentó una comisión de curas "progres" para Conga? Sobre que no es institucional, es cierto que suena a provinciano que el curita del pueblo junte al juez y al comisario, pero es lo que hay y funciona en nuestro tercermundista país. ¡Esto no es Europa, caviarines; es Latinoamérica! Además, aquí hay que recalcar que no les juntó la Iglesia, sino la enorme personalidad de Cipriani: ningún otro religioso tenía la "gravitas" propia para esta tarea (y eso es lo que más les arde; "la envidia va tan flaca y amarilla porque muerde y no engorda", como escribió el poeta Quevedo).

Finalmente, PPK no ha capitulado: lo que ha hecho es una jugada de Realpolitik. Como estadista, tenía que enfriar el partido y cortar la escalada de agresiones. Fue más bien muy sabio en no atender a la voz loca que le aconsejaba usar el arma nuclear de solicitar la confianza: no era el momento ni tenía las fuerzas para eso.

Como alguna vez sentenció Ramiro Prialé, "conversar no es pactar". Y como dicen los españoles, "los perros tienen que olerse para no morderse". Muy bien todo diálogo. Muy bien Cipriani y su "muñeca" política.