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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Nancy Lange, esposa de PPK, formuló ayer unas interesantes e inquietantes declaraciones a LR. Interesantes porque revelan sensatez. Inquietantes porque confirman lo que fuentes cercanas al Gobierno cuentan: PPK no escucha lo que no le gusta oír, es terco con sus opiniones ya formadas, no escruta los medios, anda estresado (¿y las idas al Golf?) y no alterna socialmente mucho con la gente. Ignoro si llega a ser también tan vanidoso como Vargas Llosa le describe en la página 217 de El Pez en el Agua, pero el cuadro es preocupante y seguramente por eso se explica –y no por esa maledicencia de una senilidad precoz que sueltan algunos– que un hombre tan inteligente pueda ser tan increíblemente torpe al abrir la boca y soltar tonterías como esas del "poquito de contrabando", "voy a ir al Congreso con los mineros", "le voy a jalar congresistas", "salgan del clóset" o esta última tontería de arruinar la distensión conseguida por mediación de Cipriani para ponerse innecesariamente gallito con los fujimoristas, sin venir a cuento y sin que le sume nada. Hasta ahora no entiendo la lógica de provocar a la mayoría congresal ("no nos dejaremos pisar"), a Keiko ("la segunda es la que vale"), al fujimorismo ("luchar contra la dictadura y la corrupción". Lo dice quien apoyó a Keiko el 2011 y estuvo calladito en los 90…), a los medios ("los opinólogos") y el diálogo ("se acabó la transición"). ¿Estaba borracho o qué?

Tampoco se trata de que escuche a cualquiera, como la loca de la confianza o los que creen que todo es guerra en la política. Pero, Nancy, tú que eres tan sensata, oblígalo a que te oiga o si no él solito va a descarrilar el tren. Frente a un enemigo inmenso se usa el jiu-jitsu para que la fuerza del oponente juegue contra él, no el box y menos la fanfarronería.