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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

¿Qué diablos hizo la ministra Marisol Pérez Tello yendo recientemente al "Ojo que Llora", un desatinado monumento donde figuran mezclados los nombres de las víctimas del terrorismo al lado de varios de esos asesinos (por obra y gracia de la escultora Lika Mutal)?

¿Por qué Marisol legitimó con su presencia a un documento tan rechazado por muchos como el Informe de la CVR, redactado por la izquierda local (al estratosférico costo de US$19 millones, pues se repartieron rico las chambas), donde uno se indigna al leer que se llama "conflicto armado interno" a la agresión terrorista, se equipara a las FF.AA. con los terroristas y se infla el número de muertos usando fórmulas matemáticas destinadas a estimar anchovetas en el mar? Que Marisol vaya a "pedir perdón" si quiere a título individual, que nadie le ha dado el mandato de hacerlo por todos desde el Estado y menos por cada peruano. Si Marisol quiso ganarse a la izquierda, pues poco logró: esos son sectarios y ella es una pepecista. Más bien, alejó a la derecha de ella y se ganó su rechazo en esta "prueba ácida" para muchos. ¿Y dónde quedan entonces la alianza gubernativa del PPC de Marisol con AP en 1980 y electoral con el Apra en los últimos comicios si estos dos partidos encabezaron los gobiernos en los que más víctimas hubo desde el Estado, según la CVR?

Estos pepecistas son todos igualitos, matices más, matices menos… Todos son unos pactistas, unos cultores del agua tibia y de buscar quedar bien con todos. Por eso están camino de la extinción política.

Marisol va a acabar como Beatriz Merino, que de tanto coqueteo con el caviaraje terminó mimetizándose. Solo faltaría que acabe trabajando, como Merino, en una de las "universidades" –si el término cabe para esos kioskos– de Acuña.