(Presidencia)
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El gobierno de Pedro Castillo decidió ponerse al margen de la legalidad al acordar –según consta en una sorprendente acta del Consejo de Ministros, difundida el domingo último– que el “rechazo de plano” de la cuestión de confianza que había presentado el Ejecutivo constituía una denegatoria o “rehusamiento” fáctico de dicho pedido.

El “rechazo de plano” de la cuestión de confianza fue una decisión perfectamente legal y válida de la Mesa Directiva del Congreso, según han coincidido juristas y exministros de Justicia. El petitorio apelaba a temas prohibidos para el Ejecutivo, ya que pretendía que se derogue una ley que regula el referéndum, lo cual hubiese significado una reforma constitucional.

Pero si el planteamiento del entonces premier Aníbal Torres era claramente ilegal, interpretar luego que el pretendido “rechazo de plano” equivalía a una negación fáctica fue un acto de abierto desacato a la ley, que expresamente señala que “la cuestión de confianza es aprobada o rehusada luego de concluido el debate... Solo el Congreso puede interpretar el sentido de su decisión”.

El reglamento del Congreso agrega textualmente, por otro lado, que la improcedencia “no equivale ni califica como denegatoria, rehusamiento ni rechazo de la cuestión de confianza”.

La interpretación antojadiza e ilegítima del Consejo de Ministros vuelve a demostrar con claridad meridiana lo que muchos analistas vienen señalando. La única salida que a Pedro Castillo y sus adláteres les queda para escapar de sus apuros con la justicia –y poder seguir entornillados a sus cargos, medrando con los presupuestos del Estado– es cerrar el Congreso a como dé lugar.

Cabe esperar entonces, señores de la OEA, que estén tomando nota. Con un paro nacional de transportistas de carga pesada que ya va a cumplir una semana, y la consiguiente crisis de desabastecimiento que ha comenzado a acarrear –amén de la serie de conflictos sociales irresueltos en los corredores mineros– suponemos que ya se percataron de que fueron sorprendidos por el gobierno de Castillo sobre ese presunto golpe que se tramaba en su contra.

El único golpe en marcha, como se ha dicho aquí mismo, es el que en realidad se está gestando contra la democracia desde la Casa de Pizarro.

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