(GEC)
(GEC)

La alerta de una emergencia alimentaria mundial, de la cual el Perú no se libraría, nos encuentra en un momento complicado. El Gobierno ha relevado a un ministro de Agricultura que parecía tener mayor interés en las cuchipandas propias que en el desarrollo del sector, pero el remedio que ha aplicado, es decir, su reemplazante, podría ser peor que la enfermedad.

Javier Arce, la persona que ahora ocupa el cargo del defenestrado, está igual o más perdido que su predecesor, pues no tiene ninguna experiencia en temas agrarios y habría sido designado –para variar– por el único mérito de ser amigo cercano del presidente Pedro Castillo y estar afiliado a Perú Libre.

La presidenta de la Cámara de Comercio de Lima, Rosa Bueno, ha sido clara al respecto. Hasta la fecha, el Perú no tiene un equipo ni una estrategia mínimamente definida para enfrentar la crisis de alimentos que asoma por el horizonte, conforme la guerra en Ucrania se prolonga. “Lo que tenemos es improvisación, alta rotación en el ministerio y poca capacidad de escuchar”, indicó.

En plena escasez de fertilizantes, que repercutirá en una menor producción en los valles agrícolas, el Gobierno nos sumerge, pues, en una nueva incertidumbre, como si la política y la economía no fueran suficientes. ¿Será este señor capaz de concretar la millonaria, vital compra de urea y productos afines para poder sacar adelante la campaña 2022-2023 en el agro? De hecho, ya se habla de una merma de al menos el 30% en la producción agrícola que se viene. Un golpe durísimo que hasta el día de hoy se ignora cómo contrarrestará el Ejecutivo.

Por supuesto, la falta de fertilizantes no será lo único que afecte al sector, pues esta deriva acarreará también su propia sobrecarga de protestas y demandas ciudadanas en el campo, pero también en las ciudades, que se sumarán a los prolongados conflictos sociales que el Gobierno no logra resolver.

Nombrando a un advenedizo para dirigir un sector de la economía que atraviesa una coyuntura tan delicada, además de agravar la situación de la pobreza en el país, demuestra el desprecio que Pedro Castillo tiene por ese pueblo con el que le gusta llenarse la boca.

TAGS RELACIONADOS