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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

La Corporación Financiera de Desarrollo (Cofide) ha jugado diferentes roles. Desde los noventa jugó el rol de banca de segundo piso, algo muy útil cuando el sistema financiero peruano no tenía acceso al fondeo internacional; hoy su valor en este sentido es complementario. No pretendo volver al modelo de banca de fomento de los setenta u ochenta, pero sí creo que, dentro de una mirada de política productiva moderna, Cofide estaría llamada a un rol no solo de agente financiero, sino algo similar a lo que hacen otras agencias similares en el resto del mundo: ser un instrumento de política económica para cerrar algunas fallas de mercado donde las haya o para la generación de instrumentos que le den profundidad al mercado de capitales.

Por ejemplo, podría ser una buena banca de desarrollo para la infraestructura; ser un instrumento para que los gobiernos regionales o los municipios usen como contragarantía sus fondos del canon u otros, y conseguir recursos de largo plazo para una bien planeada inversión pública y buen manejo fiscal subnacional, otorgándole capacidades de gestión. También podría ser el administrador de fideicomisos o fondos para el apoyo de las APP, así como ser proveedor de garantías y otros instrumentos para las Pymes o el comercio exterior.

Pero, además de este rol, podría ser un aliado a la política de productividad del país mediante fondos concursables para desarrollo de start-ups, innovación, transferencia tecnológica entre empresas anclas y sus proveedoras, fondeo complementario, iniciativas de cadenas de valor o aglomeraciones productivas, garantías a inversionistas ángeles y otros mecanismos que pudieran crear un flujo de mercado de capitales de largo plazo donde no lo hay, siempre con el fin de desarrollar el sector privado de la Pyme, de los sectores secundarios y terciarios, hacia un crecimiento sostenible.

Para ello, el MEF y Produce deben ver a Cofide como un instrumento de política pública y de atracción de inversiones en los sectores citados. Existen varios fondos dispersos que podrían ser administrados por esta institución y darle las capacidades para lograr impulsar la productividad de nuestras empresas. Esto debe ir acompañado de un programa que facilite la inversión de cualquier tamaño, fomente la flexibilidad del mercado laboral y la capacitación laboral como complemento. No busquemos tener siempre microempresas. Fomentemos el crecimiento de ellas con programas que excedan al aumento de la producción.