Agarra esa Flor. (Foto: Presidencia Perú)
Agarra esa Flor. (Foto: Presidencia Perú)

Es difícil entender cómo puede llegar a ser algo enredado y poco convincente el presidente Martín Vizcarra cuando trata de explicar a la prensa que lo ocurrido la semana pasada no fue una crisis ministerial. Si el espectáculo de cuatro ministros cayendo, uno tras uno, como reacción en cadena, tras haber consentido, promovido o participado, al menos dos de ellos, en una reunión con ejecutivos de la empresa brasileña Odebrecht, no representa “técnicamente” una crisis, ¿qué más podría ser? ¿Un juego de las sillas? ¿Un torneo de Fortnite con tardíos gamers de cuello y corbata?

Pero igual de preocupante es que el jefe de Estado llegue a decir, en esa misma entrevista con el periodista Jaime Chincha, que un cambio como el de Flor Pablo, quien no tuvo ninguna injerencia en los encuentros cercanos con Odebrecht, por Martín Benavides, que viene de la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu), era porque el Gobierno ahora busca que el Ministerio de Educación (Minedu) se enfoque en la educación técnica y superior. Y aunque dijo de la profesora Pablo que “había hecho un buen trabajo”, parecía, por los comentarios del propio mandatario, que la exministra ya había hecho todo lo posible con la educación básica y que había que buscar a alguien con quien trabajar otro nivel, unas explicaciones que no despejaron para nada las interrogantes acerca de ese relevo de quien estaba cumpliendo con solidez y brillo su papel al frente de ese ministerio tan fundamental como vapuleado.

Vizcarra alegó también que esa, como otras renuncias, “había sido ya conversada”. Pero si algo ha quedado claro es que a la charla que alude no invitaron, precisamente, a la entonces ministra Pablo, quien se enteró de su salida cuando estaba en Piura, en viaje de trabajo, de donde la hicieron regresar. Si hubo una “conversación”, fue solo cuando el presidente y el premier le comunicaron que debía renunciar en el acto. Lo peor es que a la exministra no le falta un ápice de razón cuando dice que lo lamentable –esta vez sin mediar censuras de bancadas de un Congreso que no existe– es que el Minedu lleva ya cinco titulares en los últimos cuatro años. Aunque Benavides tiene importantes méritos por la gestión cumplida en la Sunedu, se ha cortado nuevamente la imprescindible continuidad de políticas y estrategias que demanda un sector esencial para el desarrollo del país, como es el de Educación.


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