Adrianzén se aferra al cargo: sabe que la calle está dura

"Hoy, el primer ministro, con una buena cuota de cinismo, está en curioso modo ‘unidad nacional por Pataz’. Más que un llamado suena a artimaña para no quedarse desempleado".

Fecha de publicación: 11/05/2025 10:37 pm
Actualización 11/05/2025 – 11:33

El primer ministro, Gustavo Adrianzén, no quiere irse del Gabinete y pecha al Congreso. La calle está dura. Tiene una esperanza: volver por la ventana como su ‘exsocio’ Santiváñez, a quien expulsaron por la puerta grande de Palacio de Gobierno y retornó por la ventana con un trabajo inventado a última hora, porque la calle está dura, tan dura que los que proclaman amor eterno a la presidenta Dina Boluarte se aferran al cargo como náufragos a su tabla de madera porque, valgan verdades, una cosa es dar órdenes desde Palacio y otra muy distinta conseguir trabajo posgobierno Castillo-Boluarte-Acuña, cuando el currículum de un exministro pesa menos que un tuit lleno de barbarismos.

Luego de la matanza de los trece trabajadores de la mina Poderosa —una tragedia que el Gobierno desestimó desde el principio—, se han presentado cuatro mociones de censura en el Congreso contra Adrianzén, y ahora con el viento en contra quiere seguir prometiéndole a Boluarte acompañarla hasta el tropezón final. El primer ministro quizá piense que el Perú necesita de su ‘liderazgo’. ¡Vaya liderazgo! Como el que expuso cuando ignoró la denuncia del secuestro de los trece trabajadores mineros, luego torturados y asesinados.

Hoy, el primer ministro, con una buena cuota de cinismo, está en curioso modo ‘unidad nacional por Pataz’. Más que un llamado suena a artimaña para no quedarse desempleado. Claro, no surtió efecto la amenaza velada a los congresistas, a quienes advirtió que, si lo censuraban, el Gobierno podría cerrar el Parlamento.

Mientras tanto, la presidenta Boluarte se fue a Pataz. Otro recuento de daños. ¿Autocrítica? Ninguna. ¿Oportunidad? Tarde como siempre. No olvidemos que fue la propia presidenta quien anunció, en conferencia de prensa, el apodo del cabecilla de la masacre: ‘Cuchillo’. Resultado: el criminal se fugó a Colombia en las narices de Migraciones. ¿Qué hizo Adrianzén junto con el ministro del Interior para impedirlo? Nada. En estos tiempos, si no es el Gobierno el que permite todo, es el Ministerio Público el que libera criminales. Los beneficiados: la delincuencia.  

Adrianzén se cree perfecto y con su ceño siempre fruncido y su actitud altanera jamás hará una autocrítica. Ha pedido que no nos distraigamos con “acosos políticos” ni “persecuciones”. Sin embargo, la realidad lo pone contra la pared. Eso que él llama “acoso” (para victimizarse) no existiría si cumpliera con sus funciones.  

Esta semana, es probable que sigan las justificaciones y los operativos de distracción. Tal vez recurran al argumento de “visitar al papa” con Boluarte camino a Roma y piensen que así nos distraemos. Con la cobertura del papa peruano, Adrianzén pensará que se fabricó un salvavidas. No sabe que a la hora del naufragio los salvavidas no alcanzan.

Habría que avisarle a Adrianzén que, a pesar de su afán por aferrarse al cargo, en poco tiempo será inevitable que se enfrente a la dura calle y acaso a los tribunales. 

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