La serie Adolescencia de Netflix pone sobre la mesa una realidad incómoda: los desafíos digitales que enfrentan nuestros jóvenes no nacen con la tecnología, simplemente se hacen visibles a través de ella. Frente a esto, muchos reaccionan prohibiendo el acceso, jugando una especie de ‘escondidas’ con los problemas reales que afrontan sus menores.
La mediación parental digital no consiste en prohibir ni en vigilar excesivamente, sino en participar activamente en la vida digital de los adolescentes. Esto significa orientar activamente, dialogar y supervisar con respeto, ayudándolos a desarrollar la capacidad de autorregularse y protegerse ante situaciones riesgosas como el ciberacoso, sexting, exposición excesiva o fraudes en línea. Esto implica un esfuerzo por comprender y acompañar. No existe píldora mágica, software o ley que resuelva estos problemas; necesitamos invertir tiempo, mucho tiempo, y de calidad, en conversaciones honestas y continuas sobre lo digital.
Según datos del INEI, los jóvenes peruanos dedican gran parte de su tiempo al mundo digital. Sin embargo, un alto porcentaje de padres desconoce lo que sus hijos realmente hacen en línea. Esta brecha genera riesgos como la desinformación, el ciberacoso o la exposición a contenidos inadecuados.
La tecnología no es la creadora de estos desafíos, sino su amplificador. La solución no está en eliminar dispositivos o Internet, como tampoco lo está en rechazar una educación integral y honesta sobre temas complejos. La respuesta se encuentra en fortalecer el diálogo, cultivar una cultura digital crítica y fomentar el uso consciente de la tecnología para aprender, crear y participar activamente en la sociedad.
Los invito a reflexionar en familia sobre cómo estamos usando lo digital hoy, qué cambios pequeños podríamos implementar, y qué compromisos podemos asumir juntos para una convivencia digital más feliz y segura.