Minutos antes tomó la palabra la secretaria general de Fuerza Popular, Luz Salgado, quien indicó que su partido ha decidido aceptar la renuncia irrevocable de Salaverry(Foto: Hugo Pérez / GEC / Video: Congreso)
Minutos antes tomó la palabra la secretaria general de Fuerza Popular, Luz Salgado, quien indicó que su partido ha decidido aceptar la renuncia irrevocable de Salaverry(Foto: Hugo Pérez / GEC / Video: Congreso)

Arrancaron 2016 con 73 y para 2018 se habían reducido a 61. Igual se las arreglaron. Su servinacuy con el alanismo y el apoyo de algunos asolapados les permitieron mantener la hegemonía. No es gratuito que hayan blindado a congresistas que tenían una sentencia firme, como Donayre, para garantizar su voto. Pero la implosión anunciada finalmente llegó. Recién comenzado 2019, Fuerza Popular ha quedado con 56 congresistas y, en breve, si se formaliza la salida de Letona, serán 55, si no pierden más en estos días. A este ritmo solo Salgado y unos pocos más quedarán dando vueltas como aves sin nido. Oficialmente han perdido la mayoría en el Congreso y con ello el poder que pensaron los acompañaría por siempre.

La consecuencia inmediata de esta nueva realidad es que ya no podrán sacar a Salaverry de la presidencia en la que lo pusieron. El trujillano se les rebeló, seguro más por intentar salvar su futuro que por convicción.

La segunda consecuencia es que la alianza con el alanismo entraría a una etapa de quiebre por inutilidad. Su relación tenía sentido cuando ambos se podían dar protección a través del control del Congreso y del aparato de justicia. ¿Qué ofrece ahora cada uno a esa hermandad?

Una tercera consecuencia es que la siguiente Mesa Directiva difícilmente será fujimorista. Además, perderán presidencias de comisiones, lo que significará un menor control del presupuesto del Poder Legislativo y, por lo tanto, menos espacio para contratar militantes y cortesanos que se disfracen de funcionarios.

Por eso escuchar al congresista Tubino decir que prefieren no ser mayoría en el Congreso casi despierta ternura. Supongo que es más fácil intentar convencerse de eso que aceptar que no estuvieron a la altura. Adiós, chimuelos.

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