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Redacción PERÚ21

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Rosa (32) siente que el sexo con su pareja se ha vuelto aburrido. Ama a su novio, José (34), pero cree que el fuego sobre la cama se ha apagado hace un buen rato. "Ya no es como antes. Parece como si ahora lo hiciéramos por compromiso. Llevamos cuatro años juntos", dice Rosa. En efecto, es normal que las relaciones prolongadas atraviesen fases de "enfriamiento" erótico, en las que el sexo no resulta tan emocionante ni divertido como lo fue alguna vez. En muchos casos, esta grieta puede deteriorar la relación poco a poco.

¿Qué hacer al respecto? El primer paso consiste en buscar el diálogo. Hay que hablar sin tapujos sobre lo que está ocurriendo. Probablemente esta sea la parte más dura de la solución. A partir de ello se pueden tomar medidas para empezar a calentar la intimidad. De aquí se desprenden diversas opciones, desde usar juguetes sexuales y probar poses nuevas, hasta acudir a terapia. Sin embargo, una alternativa consiste en dejar de tener sexo.

La propuesta podemos definirla como "abstinencia voluntaria". Ojo, no nos referimos al "anillo de castidad" que usaban párvulos como Justin Bieber o los Jonas Brothers, ni tampoco a la lencería metálica con candado que usaban las damas en la Edad Media. "Al principio no me pareció razonable. ¿Cómo mejorar nuestra vida sexual dejando de tener relaciones?", cuenta Fernando (35). "Ahora puedo dar fe de que realmente funciona. Pero hay que tener mucha fuerza de voluntad", sostiene.

¿A qué se refiere? Veamos. Seguramente han escuchado la frase "uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde", ¿verdad? Pues, por ahí va el asunto. La idea es que deje de tener sexo con su pareja. Hablen y establezcan un periodo de tregua. Digamos 10 días. Acuerden que en ese lapso pondrán todo su esfuerzo en reconquistarse, en prestar atención a los detalles, a las caricias, al romance, es decir, cosas que probablemente se han extraviado con el paso del tiempo. Luego suban la intensidad. Pueden estimularse eróticamente con llamadas, mensajes de texto, regalos, caricias, palabras sucias al oído, en fin, pero sin tener que llegar al acto sexual propiamente dicho. Es un juego duro, ciertamente, pero con un premio muy gratificante. Ambos deben esforzarse por no ceder a los impulsos.

"Nos propusimos una meta: una semana sin sexo. Al principio, mi esposo se hacía el que podía aguantar. Pero al segundo día no daba más. Al tercero, ni qué decir. Tuvimos que romper nuestra promesa y terminamos haciéndolo en la cocina", cuenta Pamela (31). "Pensé que no serviría para nada, pero todo el proceso nos ayudó a reconectarnos y a descubrirnos otra vez", señala Martín (40). Haga la prueba.

DATOS

- El periodo de abstinencia voluntaria no es sinónimo de alejamiento. Al contrario, es un tiempo para propiciar el acercamiento emocional.

- El estrés puede ser un gran obstáculo para llevar a cabo este juego. Si su pareja está muy estresada como para tener que jugar a no tener sexo, motívela con unos masajes.