(Foto: César Campos / GEC)
(Foto: César Campos / GEC)

La paralización de las actividades económicas está castigando duramente a los comerciantes formales. En esta ocasión vamos a referirnos a las galerías, especialmente aquellas que se conformaron por ambulantes que tomaron la decisión de formalizarse y apostaron por comprar o alquilar un puesto y trabajar formalmente y pagar sus impuestos.

Los lugares emblemáticos de este tipo de establecimientos son Gamarra, Mesa Redonda y Las Malvinas. Este fenómeno también se replicó en distintos distritos de Lima, en los que los municipios lograron formalizar a una inmensa cantidad de ambulantes.

En el contexto de la pandemia, las personas que optaron por formalizarse están siendo castigadas brutalmente con el cierre. Sin embargo, en sus puertas cientos de ambulantes venden su mercadería, lo que crea una situación de profunda injusticia en la propia cara de los formales. Esto ha tenido como consecuencia que los comerciantes de las galerías saquen también su mercadería a la calle, lo que genera aglomeraciones, desorden y claro temor de los vecinos a contagiarse.

¡Abran las galerías! ¡Dejen trabajar a los formales! Las municipalidades vigilarán los protocolos garantizando ventilación adecuada, distanciamiento social, lavado de manos y uso de mascarillas para el público y el uso de equipos de protección para los vendedores.

El remedio está siendo peor que la enfermedad, porque, aparte de la cantidad de ambulantes que existía antes de la pandemia, ahora tenemos a los formales que han sacado sus productos a la calle y los nuevos ambulantes conformados por personas que han perdido sus puestos de trabajo y no tienen otra salida que vender cualquier cosa en la calle.