Durante la última semana, tanto las autoridades climáticas de Estados Unidos como las de Australia, potencias ambas en materia de estudios climáticos, han emitido sendos avisos o advertencias de la posible llegada del evento La Niña.A diferencia de El Niño, La Niña es un enfriamiento singular de la temperatura de las aguas del Océano Pacífico Ecuatorial.
Sus impactos globales suelen ser menos negativos que El Niño y en muchos casos positivos. Inclusive para Perú.
No tendría nada de extraño que tras el declinante El Niño, el océano revierta hacia La Niña. Según la climatología moderna, casi la mitad de nuestras vidas transcurre en alguna magnitud de episodios El Niño o La Niña y –más aún– los 3 mayores eventos modernos e intensos de El Niño: 1972-73, 1982-83 y 1997-98 han sido, en todos los casos, sucedidos por un evento La Niña.
Repasando los modelos climáticos disponibles, las temperaturas del mar frente a la costa se volverían más frías que lo habitual en algún momento entre mayo y junio. Esa condición debiera producir un invierno con temperaturas por debajo de los promedios históricos para la costa.
De consolidarse el fenómeno hacia el próximo verano, las lluvias en la sierra serían singularmente abundantes, a diferencia de los dos años previos. Sin duda, un impacto positivo.