Abraham Levy: Las lluvias y la Carretera Central

alevy@ambiand.com
notitle

Bastó un puñado de días muy lluviosos en medio de un verano deficiente de lluvias en el Rímac para producir una histórica crecida del río y el derrumbe de una ladera –cerca de Tambo de Viso– sobre la Carretera Central. El mismo episodio que en El Niño de 1998 y en el mismo lugar.

Obviamente, con una semana de interrupción y millonarios impactos, surgen voces pidiendo nuevos trazos, nuevas pistas y nuevos túneles.Nuestra economía depende de la continua circulación hacia el centro: alimentos, minerales y gente.

A principios de los 60, Pablo Boner acometió la heroica tarea de hacer un túnel entre las lagunas de Marcapomacocha y la naciente del Santa Eulalia. Gracias a ello tuvimos luz y hoy tenemos agua. Pero es un túnel para agua.

Aun inclusive, cuando deja de trasvasar, la salida de él arroja agua todo el tiempo. Más aun, casi un 20% del agua de Lima viene desde otro túnel. Uno muy singular, no tiene entrada pero sí salida. Es el Grathon, que recoge filtraciones de las galerías mineras de Casapalca. Los túneles bajo la cordillera son un dolor de cabeza por las filtraciones.

Olvidémonos del túnel por el momento. Diversifiquemos el riesgo. Llevemos a nivel de autopista el trazo actual de la Carretera Central, de la que sube por Cañete y de la que sube por Huaral. Es lo eficiente. Que compitan concesionarios con mejores trazos y peajes más baratos.

Tags Relacionados:

Más en Opinión

Los libros imposibles

¿Cómo se relacionan crecimiento y bienestar?

El quinto: no matarás

El valor de un fiscalizador independiente

Golpe y paz

“Lecciones desde Bolivia”

Siguiente artículo