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Con un notorio retraso –ya llegamos a la mitad del verano– se han empezado a registrar lluvias continuas en la sierra y en la selva durante la última semana. Podemos imputarle al severo evento El Niño que se presenta en el Pacífico Central esta irregular temporada. De hecho, no obstante la magnitud de las lluvias, los caudales de los ríos de la costa siguen por debajo de los niveles que suelen observarse en esta época del año.

Hay pedidos de declaratoria de emergencia para miles de hectáreas de campos que por la falta de lluvias han visto dañarse o perderse sus cultivos. Inclusive la falta de pastos ha afectado al ganado en muchas zonas.

La interrogante ahora es saber si es que hay suficientes días continuos de lluvia por delante, como para atenuar la severa escasez que afecta a muchos de nuestros reservorios. Aquellos con los que tendremos que recursearnos del líquido elemento durante los meses secos que empezarán en el otoño.

Especial interés tenemos en saber si el próximo arribo a nuestras costas de una nueva masa de agua caliente de El Niño, conocida como Onda Kelvin, es capaz de acrecentar las lluvias en el norte y en las cuencas bajas, como sucedió en marzo del año pasado. Ello debiera suceder en no muchos días.