Los criterios de inversión pública requieren una sólida rentabilidad para atravesar el entramado burocrático y hacerse realidad. En los últimos años, la expansión agroindustrial en la costa ha tenido un impacto profundo en los indicadores sociales y económicos allí donde está. No obstante la pataleta de algunos confundidos, la creciente eficiencia que establecen los sistemas de riego tecnificados han hecho de la agricultura moderna la estrella de la exportación peruana. Ni la pesca ni la minería crecen como la agricultura de exportación. Pero tenemos un problema: el agua ya no alcanza. Mejor dicho, parece que no alcanza. Nuestros valles están llenos de entramados de canales de riego que en su absoluta mayoría son de arena y consecuentemente pierden mucha agua por filtración. En el río Jequetepeque, por ejemplo, existen dos comisiones de regantes que reciben más de 20 millones de metros cúbicos de agua al año para regar menos de 400 hectáreas, pues las conducciones de arena hacia ellas filtran al subsuelo casi toda el agua de los 6 millones que deben recibir. Si tuviésemos canales revestidos allí; 14 millones de metros cúbicos de agua para sembrar 1,200 hectáreas que podrían dar trabajo hasta a 3,000 personas en cosecha y generar millones de exportaciones surgirían solo en ese sector. Imagínese esto por toda la costa, futuro gobernante. Piénselo.
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