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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Al término de enero, el caudal observado en el río Rímac fue 40% menor a lo normal. Una deficiencia de 40% es significativa en cualquier valle en época de lluvias y compromete la demanda de agua.

Los limeños demandamos cada vez más agua de nuestras fuentes y la siempre amenazante presencia de una sequía compromete el normal abastecimiento de la ciudad.

Nuestro parque de lagunas y reservorios no es capaz de soportar dos años malos seguidos de lluvias. Simplemente no alcanzaría el agua.

Más aún, una temporada pobre de lluvias y que además termine prematuramente conlleva al empleo de las reservas de modo más anticipado. Por ejemplo, empezando abril y no en junio, como sucede en los años buenos. Súmele usted a ello el problema de que el año siguiente las lluvias empiecen tarde y entenderá la variabilidad de los riesgos que corre Lima cuyos reservorios crecen más lentamente que la demanda.

Si febrero, marzo y abril de este año guardan cierto comportamiento parecido a enero, como sucedió en los años secos de El Niño de 1983 y 1992, vamos a tener que recortar nuestra demanda.

Lo mismo sucede en muchos valles y comunidades con el riego.