Gracias. Crecieron navegando en dos mundos, dos versiones de lo que es una familia, haciendo una maletita cada fin de semana para mudarse de un lado al otro, teniendo que integrar dos ‘idiomas’, dos sistemas, dos culturas en su intimidad. Desde chicos aprendieron a balancear la lealtad, para que sus padres no se sientan mal, no pudiendo tenerlos a la vez, viajando por separado, celebrando por separado, viviendo por separado.
Aprendieron a gestionar la tristeza de ver fotos de cuando estaban todos juntos o la envidia de ver a otras familias unidas. Encima la culpa o la preocupación de que cuando estaban con uno de los padres quizá el otro podría sentirse solo.
Pero se adaptaron, fueron resilientes, pudieron redefinir el concepto del amor, de la unión y la familia. Amaron profundamente, a pesar del dolor. A todos ellos, mi admiración y mi respeto. Siéntanse orgullosos de quienes son. Recuerden, además, que no existe la familia perfecta.
Lo que les tocó fue por algo y algún día podrán darle sentido. Además, no están solos.
El matrimonio es difícil, y el divorcio también. Lo importante es que pueden ser felices, juntos o separados. Pero ustedes, los que han aprendido a ser felices con padres separados, han logrado algo definitivamente valioso, algo para estar orgullosos.
