Menos todavía cuando el presupuesto para que se compre el soporte necesario para poder recibir a estas criaturas está asignado y listo para ser gastado, pero durmiendo el sueño de los justos en las arcas de un Estado que no es, ni de cerca, un amigo de la gente; es, más bien, un bicho acéfalo que va destruyendo a su paso todo lo que toca.