Tanto el MEF como el BCR proyectan un crecimiento económico de 3% para este 2024. ¿Es suficiente para aumentar el empleo y bajar la pobreza? La respuesta corta es no. No solo debemos crecer más, al menos 4% al año, sino que debe ser sostenido. Eso hizo que la pobreza bajara entre 2003 y 2011. Si revisamos la experiencia histórica, los periodos de mayor disminución de pobreza coinciden con los de mayor crecimiento. No es una opinión; es un hecho empírico.
Estamos ante una trampa de crecimiento. ¿En qué consiste? En que parece que no podemos superar 3% de crecimiento, a menos que ocurra un jalón desde el exterior, como ocurrió con el crecimiento de China entre 2003 y 2011 de 12% anual, que, a través de la mayor demanda por metales, hizo crecer a Perú alrededor de 6% anual. El problema fue cuando China comenzó a crecer 6% luego de 2011. Entonces, Perú lo hizo en 3% como promedio anual y volvimos a la trampa. Por eso, la disminución de la pobreza fue efímera y, entre 2015 y 2019, la pobreza monetaria se mantuvo en torno a 20% de la población. La pandemia la elevó a 30% y, en 2023, ha sido 29%. ¿Y cuánto se espera de crecimiento para 2024? Pues, de acuerdo con el MEF y el BCR, 3.1%. Nos mantenemos en la trampa que no alcanza para bajar pobreza. Si no se implementan reformas estructurales que apunten a elevar la productividad de la economía, no habrá progreso.
Dos ideas claras: el crecimiento económico es la principal herramienta (no la única) para bajar la pobreza. Segundo, un crecimiento de 3.1% anual no es suficiente.
¿Y cómo el crecimiento reduce la pobreza? Existen dos canales: por un lado, genera empleo y, por otro, aumenta la recaudación tributaria del gobierno y, con ello, eleva el gasto público, se supone, para mejorar la calidad de vida de los más vulnerables. Aquí hay, al menos, dos suposiciones para que se cumpla el vínculo entre crecimiento y pobreza. Primero, la existencia de un Estado eficaz y eficiente para usar el dinero, fruto del crecimiento, en los más vulnerables. Ejemplos son las inversiones en educación, salud, infraestructura, seguridad, etcétera. Segundo, que exista una fuerza laboral que pueda ser absorbida por las necesidades de aquellos que la requieren, como son las empresas de cualquier tamaño.
En la medida que la economía peruana tiene desventajas en ambos supuestos, nos quedamos en la trampa de crecimiento, pues no hay cómo crecer más. De ahí que la salida para reducir pobreza de manera sostenible sin depender de factores externos, como el desempeño de China, sea urgentemente hacer reformas en aquellas áreas y sectores que no funcionan como deberían. Las reformas suelen hacerse al comienzo de los gobiernos o cuando gozan de alta credibilidad, algo que no ocurre ahora. Por eso veo difícil que se hagan reformas durante este gobierno.
Crecimiento mayor que 4% + reformas = aumento del empleo y reducción de la pobreza. Las reformas se orientan a mejorar las instituciones con el objetivo de aumentar la productividad de la economía; dicho de otro modo, actúan sobre la oferta, expandiéndola. Y, como la oferta es producción, una mayor oferta implica un aumento del PBI por encima del 3%. Fácil no es, pero la combinación de voluntad política con conocimiento técnico y tomar la decisión de comenzar, aunque sea con proyectos piloto, es una necesidad impostergable.
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