(Foto: Congreso)
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Coincido con la pregunta que hace mi tocayo Álvarez Rodrich: ¿para qué existe la Comisión de Constitución del Congreso si sus miembros son absolutamente incapaces de hacer un control de constitucionalidad de las leyes? Estaba cantado que el TC iba a declarar que la ley que autoriza la devolución de aportes de la ONP es inconstitucional. No había ninguna duda de que esa norma es inviable por la simple razón de que los legisladores no tienen capacidad de gasto y la ‘devolución’ de aportes, por la naturaleza misma de la ONP, significaría echar mano del tesoro público.

Pero esta no es la primera patinada constitucional de este Congreso que no tiene ni un año en funciones. En los últimos 6 meses ha logrado que el TC declare, por unanimidad y al hilo, la inconstitucionalidad de tres leyes. ¡Todo un récord! El caso de la ONP es el último de esos tres casos. Antes ocurrió con la norma que buscaba desconocer los contratos de concesión vial a nivel nacional y con la ley que aprobaba el ascenso automático de todo el personal de salud, sin considerar que este es un asunto presupuestario que recae directamente en el Ejecutivo. En las tres oportunidades la inconstitucionalidad fue tan grosera que todos los magistrados estuvieron de acuerdo.

Puede que los congresistas promotores de estas iniciativas ni conozcan la Constitución, ni sepan lo que significa la división de poderes, ni entiendan cuáles son sus funciones legislativas, pero ese no es el tema de fondo. El asunto es que no les importa. Les interesa vender humo: dar la falsa sensación de que están promoviendo “algún” cambio para luego culpar a otros. En el fondo, lo que hacen es engañar a sus electores y usar recursos públicos para ganar notoriedad. Mientras tanto generan inestabilidad y fastidio. Por eso, cuando alguien pregunte quién es el peor enemigo de un peruano, la respuesta correcta será “este Congreso”.

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