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"A los 20 era una pesimista total, hoy soy una optimista"
“El público debería acostumbrarse a ver de todo: performances, dramas; cuando esto suceda diremos que hay un verdadero crecimiento escénico y yo estaré contenta”, nos dice Jimena Lindo, quien empieza el 2014 participando en una comedia, TOC*TOC, y un drama, Incendios.
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Jimena Lindo,ActrizAutor: Gonzalo Pajares.gpajares@peru21.com
El año empieza muy bien para Jimena Lindo: estará en la reposición de TOC*TOC, y en Incendios, la nueva obra del Teatro La Plaza, que se estrena en febrero y en donde compartirá escenario con Alberto Ísola, Norma Martínez, Miguel Iza y Rómulo Assereto. Teleticket.
Qué rico sería vivir sin trabajar, ¿no?Dicen que lo óptimo es ganar más y trabajar menos. Yo me la paso bastante bien trabajando, pero disfruto mucho mis temporadas de ocio. El ocio es importantísimo, más aún cuando se tiene un hijo. También me encantan mis momentos sola, de no hacer nada, de ser libre y tomar todas mis decisiones. Pero, la verdad, es poco el tiempo que la paso sin trabajar. Un maestro me dijo que la creación es una necesidad, y cuando estás sin crear te puedes volver loco.
¿Cómo se manifiesta la creatividad en un actor?Hacer que un personaje 'viva' tiene mucho de creatividad. Cuando se empieza a armar un montaje, lo único que se tiene son palabras. Todo se construye en los ensayos, el director trabaja con la imaginación del actor –que es su máxima herramienta– y construye la obra con lo que este le trae.
¿Cómo han construido Incendios?Es de Wajdi Mouawad, un dramaturgo libanés que reside en Canadá. Se hizo una película con ella –estuvo nominada al Oscar–, pero la obra de teatro es infinitamente superior. Vi la película como referencia, porque la idea es no influenciarse. Cuenta la historia de una madre que, al morir, les deja a sus hijos dos encargos inesperados. Es un drama con tintes de tragedia griega que explora el momento en que una persona tiene que cortar el hilo y cambiar de rumbo, crecer y marchar hacia la libertad. Es tan intensa que, cuando empezamos a leerla, no podíamos parar de llorar.
Allí vuelves a trabajar con Norma Martínez y Miguel Iza, con quien tienes una relación de complicidad…(Ríe). A veces te encuentras con personas con las que te entiendes perfectamente en la vida y en el trabajo: Norma y Miguel son dos de ellas. Compartimos la misma visión sobre el teatro, la misma forma de trabajar, cuando estamos juntos todo fluye sin esfuerzo, pues nos conocemos mucho y confiamos el uno en el otro. Por eso, actuar juntos es un placer… y queremos hacerlo siempre (ríe). Son mi tribu escogida, son mis hermanos y sé que, si tengo algún problema, van a estar a mi lado.
Y en Incendios también está Alberto Ísola…Yo aprendo mucho viendo trabajar a los demás, más aún si son unos maestros. Y Alberto, no me intimida, me inspira. Es tan generoso, tan solidario, que resulta una delicia trabajar con él. Yo disfruto viendo funcionar la imaginación del ser humano, y con Alberto ese es un ejercicio permanente. Es un maestro.
Tus últimos trabajos –_Electra/Orestes_, Casa de muñecas, _Un dios salvaje_– han sido bastante intensos…A partir de Electra… el salto fue muy grande, como ser humano y como actriz. Cada vez me dan oportunidades más bonitas, y siento que las cosas que estudié, investigué, viví se están amalgamando, y hoy soy más segura, más abierta, más completa, más libre; que mi imaginación funciona como nunca y confío más en mi intuición. Todo esto tiene que ver con la madurez, con la confianza que dan los años. Tengo 37 y los he trabajado duro (risas).
Haces performances…Después de mucho esfuerzo, pude incluir el trabajo corporal –hice danza varios años de mi vida– en el trabajo teatral. Antes tenía estos amores separados y sufría porque me preguntaba si quería ser bailarina o actriz, hasta que en Escrito por una gallina, de Guillermo Castrillón, la ansiada unión llegó… y esta se reforzó más en Electra/Orestes, y me di cuenta que por allí estaba mi camino.
Actuaste en El evangelio de la carne, una de las mejores películas peruanas de los últimos años…Estoy orgullosísima de haber trabajado en un proyecto así. Cuando la vi –y fueron tres veces (ríe)– no podía parar de agradecerle a Eduardo Mendoza, el director, el haberme convocado. Ya se sentía que era algo grande e importante mientras la rodábamos y, felizmente, gracias al boca a boca, mucha gente fue a verla y salía orgullosa de la sala.
¿Ya aprendimos a ver teatro?Estamos en el camino. TOC*TOC va por su tercera reposición, tiene ya más de 70 mil espectadores, pero el público debería acostumbrarse a ver de todo: performances, dramas, danza; cuando esto suceda diremos que hay un verdadero crecimiento y yo estaré contenta. La realidad muestra que hoy, cuando hacemos obras más complejas, aún pataleamos con el público.
¿Qué extrañas de tus 20?Nada… quizás no tener arrugas (risas), nada más. Ni pagada volvería a los 20. Por eso estoy orgullosa de tener 37. ¿Cómo espero los 40? Espero estar mucho mejor, más tranquila, más sabia, más unida con mi hijo. A los 20 era una pesimista total, hoy soy una optimista.
AUTOFICHA
- Creía que no tenía ningún Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), pero ahora que estoy en TOC*TOC me he dado cuenta que tengo un poco de algunos de ellos.
- Hacer de Nora en Casa de muñecas fue todo un regalo para mí. Me conecté muy bien con el personaje, lo gocé, lo disfruté, me emocioné.
- Que se haya hecho una película como Asu mare y que haya tenido éxito, que se estrenen cintas de terror y la gente las vea, muestra que el cine nacional está creciendo.
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