10 días, 5 mujeres muertas

“Es necesario que nuestra sociedad se mire al espejo y busque comprender en dónde está el origen de esa violencia reprimida que nos asalta con demasiada frecuencia y que pone en riesgo a todas las mujeres de nuestro país”.
Se han reportado ocho feminicidios en el año, en Arequipa.

Hace solo poquito se cumplieron los 10 primeros días de este 2019. Este diario y algunos otros colocaron en la edición de ese día una portada estremecedora: en solo 10 días, 5 mujeres ya han sido asesinadas. Y eso no es lo peor: en algunos de los casos, las víctimas habían presentado denuncias y estaban ya bajo la “tutela” del sistema de protección a mujeres que sufren violencia que el Estado peruano dispone. Si bien la sociedad está más atenta a estos casos, las cifras con las que el Midis trabaja no parecen demostrar un cambio.

Hay un importantísimo porcentaje (algo por encima del 70%) de mujeres que no denuncian por vergüenza, miedo, pudor o por la mezcla de símbolos y valores culturales machistas en los que nuestra sociedad funciona. Ahora: aquellas que se atreven a denunciar muchas veces se enfrentan a un primer escalón del sistema de justicia absolutamente destructivo para el correcto proceso. En la comisaría muchos policías revictimizan a las mujeres preguntándoles qué habrán hecho o por qué se visten de una forma o de otra.

Nada de lo que he escrito es nuevo: expertos han opinado sobre el tema desde todas las aristas que comprende el asunto. Desde la psicología y la salud mental, hasta la prevención y la toma de medidas punitivas en contra de los agresores. El tema, sin embargo, es que, como dije al comienzo, la situación no está cambiando. Y creo que –lejos de saber cómo empezar a calmar esta epidemia– la sociedad y los medios de comunicación podemos ir un poco más allá: es necesario que no solo hablemos de los casos que nos aterran, sino del fondo.

Es necesario que nuestra sociedad se mire al espejo y busque comprender en dónde está el origen de esa violencia reprimida que nos asalta con demasiada frecuencia y que pone en riesgo a todas las mujeres de nuestro país. Queda claro que hoy los peruanos somos conscientes de que en nuestro país hay un problema de violencia de género desbocado y que urge tomar medidas en el asunto; no obstante, no sé hasta qué punto somos los peruanos conscientes de que nosotros, todos, somos parte del problema y debemos serlo también de la solución.

La bulla política, la crisis en las instituciones y la constante turbulencia de este quinquenio nos ha obligado a andar especialmente pendientes de lo que viene sucediendo. Pero esa no puede ser una excusa para no ver lo que la realidad nos grita en la cara: están matando a peruanas. Y tenemos que pararlo ya.

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