Sin medida ni clemencia. Pedro Castillo se autodefine como “el gobernante del pueblo”. Hasta ahora ni gobierna ni amplía las oportunidades para el pueblo. Parece que ha prevalecido el intercambio de favores y cuotas de poder por encima de la necesidad de los peruanos. En poco más de tres meses, el 99% de los escándalos, las impertinencias, la falta de idoneidad para elegir bien a sus colaboradores en carteras clave han sido la única constante. Dividir entre los de abajo y los de arriba, entre la costa y la sierra, es lo único en lo que han perseverado; sin embargo, más allá de la estridencia de las palabras, el simbolismo del sombrero y los afanes retóricos de reivindicación histórica, mal entendidos, estamos contando ya dos gabinetes, tres ministros del Interior, proyección de inversión nueva cero para el 2022, mayor precariedad institucional y muy poca confianza para seguir apostando por el país.
Es evidente que no hay olfato político para la oportunidad de anuncios y decisiones, o peor aún, hay voces que escucha el mandatario que lo que buscan es polarizar más los extremos para que explote por los aires lo que queda de nuestra debilitada democracia. La inacción, la demora, las contradicciones íntimas y públicas, el silencio perturbador del presidente aumentan, sin pausa, la volatilidad de los factores económicos; además de atizar, innecesariamente, el interés de varios de que se consolide el caos.
Bien dice el refrán: a río revuelto… ganancia de revoltosos, y de oportunistas. Esos están siempre al acecho y sabemos quiénes son. El presidente, que lo es por los votos (44 mil más que su contrincante) está obligado a tomar decisiones, pero lo importante es darse cuenta de sus limitaciones y rodearse, de verdad, de aquellos que tengan clara una visión y gestión para el progreso del país.
Por supuesto no esperamos que escoja a funcionarios de derecha, o que coincida con nosotros. Busque a funcionarios de izquierda democrática, pero que tengan clara la institucionalidad, las reglas democráticas, la libertad, la necesidad de dar cuenta de sus actos a la población (toda). Sr. Castillo, destierre su agenda radical que nos hará revolcarnos con sus ideas trasnochadas y divisionistas. Esto, lo único que provoca, es odio y desestabilización.