A las 10:30 de la mañana el entusiasmo era total en el megapuerto de Chancay, las primeras cinco grúas eléctricas que llegaron de Shanghái se balanceaban detrás del estrado, las autoridades locales ya estaban ubicadas en sus asientos y la prensa, al fondo, acordonada para evitar alguna pregunta incómoda. Pero faltaba la persona más importante: la presidenta Dina Boluarte.