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“Putin es un presidente fuerte. Él hizo que dejáramos de estar de rodillas. Ahora, ya nunca más volveremos a bajar la cerviz”, manifestó a la agencia Efe Alexandr, un repartidor ruso de 56 años. Esta declaración sintetiza el pensamiento del gran porcentaje de rusos que hoy le deben confiar la Presidencia a Vladimir Putin por seis años más. Ello en medio del aumento de la tensión con Occidente, sobre todo después de las sanciones interpuestas por Estados Unidos y Reino Unido. En el primer caso por la supuesta injerencia rusa en las presidenciales de 2016; en el caso inglés, por el envenenamiento del ex espía ruso y su hija en Inglaterra.
LA FUERZA RUSA
En el discurso sobre el estado de la nación, hace 17 días, Putin hizo evidente su perfil de comandante implacable que no aguantará ni una amenaza más por parte de la OTAN. Así, exhibió la fuerza militar de su país, presentando un misil que calificó de “invencible”.
El líder ruso parece convencido de que la mejor forma de garantizar la independencia de Rusia es con una nueva carrera armamentista, como la que sepultó a la URSS.
Ese parece ser el último capítulo de su legado: una Rusia enfrentada a Occidente, aislada por las sanciones internacionales y con pocos aliados; sin embargo, con una población mentalizada en “defender” la nación rusa.