La vida del ex presidente Barack Obama y su esposa Michelle Obama parece tornarse más normal con el tiempo, pese a contar todavía con 20 personas encargadas de su seguridad y no poder conducir vehículos por el momento.
A punto de cumplirse cuatro meses desde que que Barack Obama dejara el cargo de presidente y entregara las llaves de la Casa Blanca a su predecesor Donald Trump, el matrimonio sigue disfrutando de la que se ha vuelto su nueva vida en una mansión situada en una zona de lujo de Washington.
Ambos no han abandonado sus agendas profesionales, el ex presidente equilibra sus visitas oficiales, conferencias y encuentros con sus partidas de golf y escapadas a Palm Springs, en el sur de California.
Por su parte, Michelle mantiene un nuevo espacio de trabajo en el barrio West End de Washington, continúa haciendo ejercicio con sus clases de SoulCycle y comparte con sus empleados almuerzos preparados por ella misma, según informa la revista People.
La normalidad parece llegarles de a pocos, pese a estar bajo la constante vigilancia de su seguridad. Lo que le queda pendiente a la pareja es el poder conducir, pues según su jefa de gabinete, Anita Breckenridg: "La burbuja todavía está presente y no se puede arriesgar".
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