Redacción PERÚ21

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En agosto del año pasado, durante una reunión en la Oficina Oval, el presidente estadounidense hizo una pregunta que sobresaltó a sus asesores: dado que la situación en amenaza la seguridad regional, ¿por qué Estados Unidos no puede invadir el país sudamericano?

La pregunta dejó atónitos a los presentes, entre ellos el secretario de Estado, Rex Tillerson, y el consejero de Seguridad Nacional, H.R. McMaster, que ya no forman parte del ejecutivo estadounidense.

El relato hasta ahora desconocido de la conversación procede de un alto funcionario del gobierno familiarizado con lo que se dijo entonces, que habló bajo condición de anonimato por lo delicado del asunto.

En una conversación que duró unos cinco minutos, McMaster y otros explicaron uno por uno a Trump las consecuencias negativas de una invasión, que le costaría a Washington el apoyo de los gobiernos latinoamericanos, ganado con gran esfuerzo, solo para sancionar al presidente Nicolás Maduro por llevar a Venezuela por la senda de la dictadura, de acuerdo con el funcionario.

Pero Trump tenía una respuesta. Sin dar el menor indicio de que iba a ordenar la elaboración de planes militares, dijo que había varios ejemplos de lo que consideraba el uso exitoso de la fuerza en la región, según la fuente, como las invasiones de Panamá y Granada en los 80.

La idea de la opción militar seguiría rondando por la cabeza del presidente a pesar de los intentos de sus asesores de suprimirla.

Al día siguiente, 11 de agosto, Trump provocó asombro en amigos y enemigos por igual al hablar de una “opción militar” para derrocar a Maduro. Al principio se consideraron estas declaraciones públicas como la clase de bravata marcial que cabía esperar del astro de la TV convertido en comandante en jefe.

Pero poco después, habló del asunto con el presidente colombiano Juan Manuel Santos, dijo el funcionario. Dos altos cargos colombianos confirmaron la información, hablando bajo la condición de anonimato para evitar contrariar a Trump.

Y en septiembre, durante la Asamblea General de la ONU, Trump volvió más extensamente sobre el tema en una cena privada con Santos y otros tres aliados latinoamericanos, dijeron las mismas tres fuentes e informó la revista por internet Politico en febrero.

Según el funcionario estadounidense, se le dijo específicamente a Trump que no hablara del asunto, el cual tendría repercusiones adversas, pero lo primero que dijo el presidente durante la cena fue: “Mi personal me dijo que no hablara de esto”. A continuación, preguntó a cada presidente si estaba seguro de que no quería una solución militar, dijo el funcionario, y añadió que cada uno respondió a Trump claramente que estaba seguro.

Finalmente, McMaster explicaría al presidente en una conversación a solas cuáles eran los peligros de una invasión.

En conjunto, estas conversaciones de trastienda, de las que no se había informado previamente en detalle y en toda su extensión, revelan cómo la crisis económica y política venezolana ha recibido una atención que hubiera sido inconcebible durante la presidencia de Barack Obama. Pero según sus detractores, pone de manifiesto cómo la política exterior de “Estados Unidos primero” a veces puede parecer temeraria y dar argumentos a los enemigos del país.

La Casa Blanca se negó a hacer declaraciones sobre las conversaciones privadas. Pero un vocero del Consejo de Seguridad Nacional reiteró que Estados Unidos estudiará todas las opciones a su disposición para ayudar a restaurar la democracia y llevar la estabilidad a Venezuela. 

AP