Usuarios de WiFi público en la avenida 23 de La Habana (El País).
Usuarios de WiFi público en la avenida 23 de La Habana (El País).

Redacción PERÚ21

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La Rampa es un tramo de la avenida 23 que sube del Malecón hasta el hotel Habana Libre. Este es uno de los cinco puntos de conexión inalámbrica a Internet que el Gobierno cubano instaló el 1 de julio pasado. La conexión es la primera realizada en un punto público de la capital.

La conexión es tan demandada que ha desbordado la capacidad de las antenas de marca china que abastecen la señal. Esto no aleja a la gran cantidad de usuarios, quienes esperan que su conexión vuelva a funcionar sentados en un borde o macetero de la avenida.

La posibilidad de conectarse a Internet en espacios públicos y la baja de precios son una de las primeras medidas significativas realizadas por el gobierno desde el anuncio del reinicio de las relaciones diplomáticas entre EE.UU. y Cuba, el 17 de diciembre del año pasado.

La apertura de las telecomunicaciones a los cubanos fue un tema clave en el que los negociadores se pusieron de acuerdo.

Cuba es el país con menos conexión a Internet. Antes de la aparición del wifi público, solo el 5% de los cubanos tenía acceso al ciberespacio. Esta era exclusiva para funcionarios y profesionales como médicos o periodistas.

El gobierno ha declarado que, para 2020, una de cada dos hogares cubanos tenga Internet.

TESTIMONIOSEl acceso a Internet es limitado. Este podía usarse en salas estatales de computadoras y tienen un costo de 4.5 pesos la hora. Sin embargo, desde la posibilidad de acceso en puntos como La Rampa, el precio es ahora de 2 pesos.

El acceso es a través de una tarjeta que trae consigo la contraseña para utilizar Internet.

Un vendedor de dulces identificado como Félix Marcos Ginoris, de 37 años, no retira su mirada de su teléfono móvil, pues busca instalar la última versión del sistema operativo Android.

Otra usuaria, Eliadnys Molina, de 16 años, protesta por la calidad de servicio, pues "se cae, y vuelve, y se cae", declara. No obstante, considera que es una mejora pues antes entraba a Internet cada dos meses y pagaba por ello 10 pesos en hoteles caros de La Habana. Este monto es, incluso, más de la mitad del sueldo medio de un empleado estatal.

Rassel Incarte, de 30 años, manifiesta la maravilla e indignación por el Internet: "Hace una semana entré por primera vez. Cuando me puse a usarlo, sentí que estaba en contacto con el mundo entero. Nosotros que siempre hemos estado encerrados en la isla y ahora podemos hablar hasta con gente de China".

Esta situación provocó la creación de un mercado negro para el acceso a Internet. Residentes cubanos venden a escondidas "tarjeticas, tarjeticas" para evitar que los usuarios hagan colas para comprarlas. Las venden a tres pesos.

Uno de los vendedores manifiesta que pudieron revender 500 tarjetas al mes cada uno y con ello pudieron ganar 500 pesos por cabeza. Este monto representa el sueldo de un maestro de escuela multiplicado por 20.

Sin embargo, deben descontar el pago de multas impuestas por la Policía por montar el negocio. Por ello, pagan 240 pesos. Al preguntarles cómo pagaran las multas, ellos responden "vendiendo más tarjetas".

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