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Redacción PERÚ21

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Sin médicos, profesores, luz solar o aire fresco. Encerrados en un búnker subterráneo vivieron durante diez años una veintena de niños en , miembros de una secta islámica conformada por cerca de 70 personas, informó el diario de este país Kosomolskaya Pravda.

Los adeptos a este grupo, llamados "faisrajmanistas", vivían en estas condiciones por orden de su líder espiritual, Faizrajman Satarov (85), quien preparó el refugio en una vieja casa transformada en mezquita clandestina en Kazán, la capital de Tartaristán.

"Los niños nunca fueron a la escuela y apenas salieron a la superficie terrestre. Estaban sucios, llevaban harapos y nunca habían sido examinados por un médico" informaron las autoridades que dieron con la secta.

Los menores —cuyas edades oscilan entre los 18 meses y los casi 17 años—, serán ingresados en un hospital y posteriormente irán a orfanatos, aunque tras una larga terapia podrían regresar con sus padres, aseguró el responsable de la protección de menores del país, Pavel Astajov.

EL BÚNKEREl refugio, construido en forma de un laberinto, incluía pequeñas celdas de 2×3 metros. Las autoridades descubrieron el búnker bajo tierra cuando un comando especial asaltó el recinto por sospechas de terrorismo en el marco de la investigación del asesinato de un religioso islámico. La sospecha de terrorismo no se confirmó.

En tanto, los "faisrajmanistas" amenazaron con el fin del mundo si las autoridades no les devuelven a sus hijos. Además anunciaron que opondrán resistencia contra la demolición de la vivienda de su "profeta", construida de forma ilegal.