El presidente ruso, Vladimir Putin, en el estadio Luzhniki de Moscú. (Foto: Alexander VILF / POOL / AFP)
El presidente ruso, Vladimir Putin, en el estadio Luzhniki de Moscú. (Foto: Alexander VILF / POOL / AFP)

Una presidencia interina, un lustro como primer ministro y cuatro ciclos como jefe de Estado.es el ruso más poderoso del mundo y sobre él pesan las decisiones que pueden cambiar en cuestión de segundos el orden mundial. Su sentimiento nacionalista ha sido su mayor carta de presentación al interior de su país y lo que ha permitido cosechar un gran apoyo ciudadano. Sobrio e imprevisible, es el mayor protagonista del conflicto que mantiene la atención de todo el globo. Occidente pide que dé marcha atrás en la invasión rusa a . Estados Unidos lo acaba de señalar como “criminal de guerra” por dirigir sus bombardeos contra poblaciones civiles. Él, por su parte, sigue firme en sus intenciones. Nada ha hecho vacilar su pulso de acero.

Algunos medios sostienen que Putin no toma solo sus decisiones más importantes. Al parecer, tendría un comité de seis personas muy cercanas a él. Con un pasado de 16 años como agente espía de la KGB (en su ficha interna del servicio secreto se explicita que era “rápido, disciplinado y meticuloso”), mantiene contactos fiables en los servicios de seguridad y se apoyaría en ellos para evaluar cada escenario. Lo que sí se sabe con certeza es que cada decisión lleva su firma única: Vladimir Putin. El hombre que este 2022 cumplirá 70 años ha logrado convertirse en el rostro de Rusia (elegido varias veces la persona del año por la revista Time) y podría hacerse reelegir hasta 2036, lo que lo convertiría en el mandatario ruso con más tiempo en el poder, incluso por encima del dictador Stalin, que duró 29 años.

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Vladimir Vladímirovich Putin nació el 7 de octubre de 1952 en Leningrado (actual San Petersburgo) en el seno de una familia humilde. Su padre fue un antiguo oficial de la Marina reconvertido en obrero de trenes y su madre, una empleada de una fábrica, limpiadora de casas y materiales de laboratorio. Su abuelo, Spiridon Putin, fue cocinero en el Kremlin al servicio de Vladimir Ilyich Lenin y, más tarde, de Joseph Stalin.

Según ha contado en diversas entrevistas, tuvo una infancia pobre y dura, la cual estuvo muy ligada a los pandilleros de su barrio. “La calle de Leningrado me ha enseñado que, cuando el altercado es inevitable, hay que golpear primero”, ha dicho. Posteriormente, encontró en el deporte una forma de disciplina. Es cinturón negro de judo y ha practicado sambo (en ruso, literalmente, “defensa personal sin armas”, del que es maestro nacional). Tiene editado un DVD donde da lecciones, Aprendamos judo con Vladimir Putin.

Cuando llegó al poder con 47 años, encontró a una Rusia inestable y con una economía fallida. Una década antes, la Unión Soviética había desaparecido para dar lugar a 15 repúblicas. Su entrada se dio el 31 de diciembre de 1999 cuando el entonces presidente, Boris Yelsin, renunció inesperadamente. La Constitución rusa indicaba que Putin ingresaría como presidente interino. Un año después es elegido y lograría empezar su primer periodo oficial de cuatro años de gobierno, un ciclo que repetiría de 2004 a 2008 y al cual le pondría fin ya que la Constitución rusa de 1993 no le permitía continuar en el poder. Pero tendría una salida: se convertiría en primer ministro. El entonces nuevo presidente, Dmitriy Medvédev, apenas se tomó dos horas después de juramentar para nombrarlo en el cargo.

En 2012 ambos políticos intercambiarían roles, con Putin nuevamente como presidente ganando en primera vuelta. Debido a una reforma constitucional, los periodos presidenciales pasarían a ser de cuatro a seis años, con lo cual en 2018 buscaría la reelección con el 70% de los votos. En los últimos años, el mandatario impulsó un proyecto de ley que finalmente sería aprobado el año pasado, con lo cual podrá ser nuevamente candidato cuando acabe su actual ciclo en 2024.

Diversos analistas han señalado que, durante todo este tiempo al frente de Rusia, Putin ha buscado restaurar la influencia de Rusia en el mundo tras la caída de la Unión Soviética. Durante su longevo mandato ha ordenado hasta cuatro guerras, aparte de su participación en la de Siria: la de Chechenia en 1999, la de Georgia en 2008, la de Crimea en 2014 y la actual, contra Ucrania. Se dice que siempre está bajo una actitud paciente, pero siempre al acecho. Por ejemplo, en 2014 realizó la anexión de la península ucraniana de Crimea, tras un referéndum considerado ilegal por la comunidad internacional. Putin aprovechó la crítica situación política que atravesaba Ucrania para dar aquel puntapié que sería una de las causas del conflicto que se vive por estos días.

Pero sus actitudes dictatoriales también han sido su distintivo. Bastaron solo unos meses de su primer mandato para que los medios de comunicación tomasen conciencia de que con Putin en el gobierno se vendrían tiempos difíciles. La primera víctima sería el canal independiente NTV. Con una audiencia promedio de 100 millones de televidentes y con una cobertura que abarcaba el 70% del extenso territorio ruso, el canal fue cerrado por el gobierno. Lo que vendría después sería la clausura de otros medios, incluyendo periódicos o revistas. Un recuento de la BBC señala que actualmente hay 3,000 emisoras de televisión en el país, pero la mayoría no cubre noticias políticas. De hacerlo, son sometidas a un estricto control del gobierno.

En medio del conflicto actual, el Roskomnadzor, el regulador de telecomunicaciones ruso, ha bloqueado plataformas como Facebook e Instagram. Además, el portal de la BBC en la web también fue sacado de línea.

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Es conocida una anécdota que puede bien retratar la forma de actuar de Putin. Ocurrió en 2017, cuando el mandatario invitó a la excanciller alemana Angela Merkel a su fastuosa residencia de verano en Sochi. Allí ambos negociarían un acuerdo sobre comercio bilateral. La reunión se llevaba a cabo con total normalidad y bajo la atención de los periodistas cuando de pronto Putin dejó que entrara en la sala de reuniones su mascota, un imponente labrador negro llamado Koni.

El presidente ruso conocía de antemano el terror que tenía Merkel frente a los perros (que se originó debido a una mordida muchos años atrás). En las instantáneas que lograron tomar los reporteros, Merkel aparece paralizada del miedo, mientras el anfitrión permanece confiado y jugando con el animal. “Siempre ha tenido una imperiosa necesidad de demostrar quién es el más fuerte”, resumió la canciller después de la entrevista.

El miedo como imperativo de vida lo ha llevado también a perseguir opositores (el último caso fue el envenenamiento a Alexei Navalni, actualmente preso) y cosechar acusaciones de machismo y homofobia. En 2014, en medio de la toma de la península de Crimea, unos periodistas le preguntaron qué pensaba de los comentarios vertidos por la exsecretaria de Estado de EE.UU. Hillary Clinton en los que comparaba ese ataque por parte de Rusia con la agresión de Hitler en la década de 1930. Putin se burló y dijo: “Es mejor no discutir con las mujeres”.

Él es Putin o parte de él, el mandatario aún indescifrable sobre el cual el mundo tiene los ojos puestos.

DATO

Después de la universidad, Putin se unió a la KGB como espía. En 1990 Putin abandonó el servicio activo en la agencia y retornó a Leningrado, donde fue contratado por su antigua universidad. Posteriormente iniciaría su vida política.

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