Redacción PERÚ21

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Según las leyes de y , cuando un hombre tiene sexo con penetración con una mujer sin el consentimiento de esta, es violación. Pero si una mujer fuerza a un hombre a tener sexo con penetración sin su aprobación, esto no se considera violación.

La doctora Siobhan Weare, de la Escuela de Derecho de la Universidad de Lancaster, en Reino Unido, llevó a cabo la primera investigación sobre penetración forzada en ese país, lo que ocurre cuando una mujer obliga a un hombre a tener sexo con ella sin su consentimiento.

De acuerdo a información su último estudio recogido por BBC Mundo, publicado esta semana, el sistema criminal de justicia de estos países no tiene una respuestas adecuada ante las graves consecuencias de la penetración forzada.

Los resultados de la investigación de Weare señalan que los hombres sienten vergüenza de hablar del abuso sexual y doméstico, que el estrés postraumático que sufren es severo y que muchos de ellos tienen percepciones negativas sobre la policía, la ley y el sistema de justicia criminal.

El estudio está basado en entrevistas personales con 30 hombres realizadas entre mayo de 2018 y julio de 2019.

Además, la especialista descartó que si el hombre tiene una erección significa que quiere sexo. "Una erección es un instinto puramente fisiológico. Los hombres pueden experimentar y mantener una erección incluso cuando están asustados o enojados", asevera. 

En ese sentido, Weare indica que las respuestas fisiológicas tampoco son ajenas en el caso de violación a mujeres. 

"También existe una investigación que muestra cómo las mujeres pueden responder sexualmente cuando son violadas (teniendo un orgasmo, por ejemplo) porque sus cuerpos están respondiendo fisiológicamente. Es una cuestión común para hombres y mujeres víctimas que no se discute mucho, pero existe una clara evidencia sobre esto", detalla. 

UNA PESADILLA

Uno de los entrevistados por la doctora Siobhan Weare (que prefirió mantenerse en el anonimato), dio detalles de todo el sufrimiento que pasó siendo víctima de los abusos físicos, psicológicos y sexuales por parte de su esposa. 

"La violencia empezó entonces a tener lugar con regularidad. Ella llegaba a casa desde el trabajo y demandaba sexo. Se ponía violenta, y llegó el punto en que temía su vuelta a casa después de trabajar", cuenta. 

En una ocasión, la víctima se despertó y descubrió como su pareja había esposado su brazo derecho al marco metálico de la cama. Posteriormente, la mujer comenzó a pegarle, amarró su otro brazo con una cuerda de nylon y le forzó a tener sexo.

Asustado y adolorido, el hombre fue incapaz de satisfacer sus deseos, así que su pareja lo golpeó una vez más y le dejó atado a la cama durante media hora.

En otra ocasión, su pareja lo obligó a tomar viagra y lo amordazó. "No pude hacer nada al respecto".

Cuando la víctima ha intentado contarle esto a otras personas, habitualmente se topa con la incredulidad.