Están la Biblia, en nacimientos y hasta en villancicos. Los pastores de Belén son un símbolo de la Navidad y de la Tierra Santa, pero ahora están en extinción. ¿La razón? La pérdida de sus campos en donde solían desplazarse junto a sus ovejas y sus cabras, en Cisjordania.
"Adoro mis ovejas. Llevo toda mi vida con ellas", cuenta Carlos Sarras, un pastor palestino de 74 años que al borde del llanto narra el problema que sufren él y los pocos pastores que sobreviven en la zona.
El crecimiento de los asentamientos judíos los ha ido arrinconando a gran velocidad. Hace 40 años había solo unos mil colonos de Israel en la zona de Belén y aledañas. Ahora son casi medio millón, lo que provoca un enorme impacto en su vida y su trabajo.
"Hace 30 años no había edificios ahí. Solía llevar mis ovejas por toda la zona. Pero ahora no puedo por todas esas construcciones y ese maldito muro", dice Sarras a la BBC. Se refiere al polémico 'Muro de Cisjordania', construido por Israel como una "valla defensiva", pero que para la población palestina es solo una especie de apartheid.
Las fuerzas de seguridad también imponen a los pastores severas restricciones en sus movimientos, lo que les hace imposible pastorear a sus rebaños. "No podemos movernos. Si queremos ir a algún lado, necesitamos obtener un permiso", afirma.
Mientras Sarras se pregunta cuánto tiempo más podrá mantener esta actividad, su hijo –estudiante universitario- dice que intentará continuarla el tiempo que pueda, aunque duda pues lo ve "muy difícil". Una duda que representa el fin una herencia familiar y de una tradición histórica.