Redacción PERÚ21

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La noche fue testigo de su nacimiento y la noche fue testigo de su ocaso. Hace 30 años cayó el , uno de los símbolos más importantes de la Guerra Fría y de la presencia soviética en Europa.

La pared que dividió en dos a un país entero vio su fin el 9 de noviembre de 1989, tras la acción de una multitud de ciudadanos berlineses que se volcaron en las fronteras de la ‘Franja de la Muerte’ y destruyeron los bloques de cemento, deseosos de libertad y de un cambio de rumbo.

Ello fue casi inmediatamente después del mensaje que dio el portavoz de la RDA a los medios, autorizando el traslado de los alemanes al otro lado de la franja, sin prever que este hecho sería el fin de la división alemana.

LA HISTORIA DEL MURO

1946: Tras la Segunda Guerra Mundial, Berlín se divide en cuatro sectores controlados por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia.

1948: La URSS se retira del grupo y bloquea su lado de Berlín, aislando a los que se ubican en esa zona.

1949: Los sectores aliados se unifican en Alemania occidental y el lado socialista se convierte en la República Democrática Alemana (RDA o Alemania oriental).

1952: Se cierra la frontera entre Alemania oriental y occidental. Sin embargo, los berlineses podían desplazarse libremente de un lado a otro, por lo cual miles de personas migran al lado occidental.

1961: La RDA divide Berlín con un alambre que luego fue reemplazado por un muro de hormigón. Militares de la Alemania bajo control soviético vigilaban la nueva frontera e impedían el paso a las personas no autorizadas.

1962: Se construye la segunda etapa del Muro compuesto de dos paredes separadas por 100 metros. La tierra entre ambas secciones es conocida como la ‘Franja de la Muerte’.

1965: Se levanta el Muro de tercera generación, con paredes de concreto imposibles de escalar y múltiples obstáculos.

1973: Las Alemanias del Este y Occidente restablecen relaciones diplomáticas y son admitidas en la ONU.

1975: Se construye el Muro de cuarta generación. Más sofisticado y con torres de vigilancia, casetas para perros y búnkeres.

1985: Mijail Gorbachov se convierte en líder de la Unión Soviética y anuncia reformas en medio del pedido de mayores libertades.

1987: El presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, solicita que el Muro de Berlín sea derribado.

1989: Una masiva fuga de alemanes orientales por la frontera húngara causa una gran tensión entre las dos Alemanias. Hungría permite el uso de sus fronteras para que los alemanes del Este salgan al país que elijan y 300 mil personas emigran.

9/11/1989: El Muro de Berlín es derribado por ciudadanos de ambos lados de la ciudad dividida, después de 28 años de su construcción.

1990: Se destruye el Muro completamente, aunque aún existen fragmentos que han sido intervenidos artísticamente.

Enrique Banús, experto en Europa: “A 30 años, diferencias persisten” [ANÁLISIS]

Después de 30 años, desde que se derribó el Muro, aún persisten las diferencias entre el oriente y el occidente de Alemania, no solo en infraestructura, la imagen de la ciudad y el dinamismo, sino en su cultura. La reunificación permitió el acercamiento de los alemanes y el establecimiento de una estructura democrática que respeta las libertades, pero el proceso no se ha completado. La historia deja huella y se nota en el desfase de sus ciudadanos.

El Muro tenía los días contados, pero su caída no fue el fin de la historia, pues dejó toda una generación perdida que hasta ahora lucha por hacer el cambio cultural de vivir en un mundo libre. Después de años bajo un régimen comunista, los alemanes de la parte oriental quedaron con un gran desapego del Estado y las instituciones y una gran frustración. Nadie quería asumir responsabilidades porque se había generado una mentalidad de dependencia y, 30 años después, eso se ha superado solo parcialmente.

Aunque el tema parece lejano por el tiempo y los miles de kilómetros que separan a Alemania del Perú, es bueno entender el proceso y sacar las lecciones de lo difícil que es integrar dos mundos distintos. Lo mejor es evitar los muros, físicos o mentales, así como las imposiciones, las censuras y los regímenes muy duros que ponen el sistema por delante de las personas y son mucho más peligrosos; intentar arreglarlo después es una tarea ardua.

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