La apariencia de la capital de Alemania ha cambiado enormemente desde la caída, el 9 de noviembre de 1989, del Muro de Berlín, que durante casi tres décadas dividió a la ciudad, considerada un enclave capitalista en el interior de la Alemania Oriental.
La Alemania Oriental desapareció casi un año más tarde, cuando el país se reunificó y gran parte de la pared también fue demolida rápidamente, aunque algunas secciones aún permanecen en sus sitios originales.
La conmemoración de un hecho de semejante importancia histórica plantea dificultades y riesgos, que los organizadores en Berlín parecen haber evitado con sobriedad y eficacia.
Los actos oficiales serán la inauguración por la canciller Angela Merkel de un centro de documentación sobre el muro, un acto solemne en el Konzerthaus en la Plaza del Mercado de la Gendarmería y la gran fiesta y concierto en la puerta de Brandemburgo.
Además, una cadena de casi 7,000 globos iluminan parte del recorrido del muro, a lo largo de 15 kilómetros.
El alcalde de Berlín, acompañado de antiguos activistas en favor de los derechos ciudadanos en la extinta República Democrática Alemania, fue el encargado de encender el último tramo de la cadena, en las cercanías del Parlamento.
Los globos serán liberados de los mástiles que los sujetan el domingo, en un acto que recordará de manera simbólica la apertura de las primeros pasos fronterizos del muro en la tarde del 9 de noviembre de 1989.