La historia de Manoel Anésio, un portero de 60 años en un condominio de Natal, Brasil, ha sido reconocida como un acto crucial en la lucha contra la violencia de género. El pasado 26 de julio, mientras realizaba su turno habitual, observó a través de las cámaras de seguridad una brutal agresión: un hombre golpeaba salvajemente a una mujer dentro del ascensor.

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La víctima, de 35 años, fue golpeada 61 veces por su entonces pareja, Igor Eduardo Cabral, de 29 años, quien fue detenido -en flagrancia- por la Policía tras el aviso del portero.
La mujer, que fue golpeada por no salir del elevador, sufrió múltiples fracturas en el rostro y la mandíbula, y fue sometida a una cirugía de la que está tratando de recuperarse actualmente.
El llamado inmediato de Anésio a las autoridades, así como su coordinación con los residentes del edificio para detener al agresor cuando el ascensor llegó al primer piso fue clave.
Así lo destacó Amanda Sadalla, máster en Políticas Públicas por la Universidad de Oxford y directora de la ONG Serenas, que trabaja en la prevención de violencia de género, en Brasil.
“El portero actuó como un verdadero agente de cambio. Supo identificar el delito, reaccionar rápidamente y proteger a la víctima. Su intervención fue vital”, afirmó Sadalla.
Según explicó la experta, es urgente que profesionales de contacto directo con la ciudadanía, como porteros, policías o conductores de transporte público, sean capacitados.
Cabral enfrenta ahora cargos por intento de feminicidio y permanece en prisión preventiva, según confirmaron las autoridades brasileñas. La acción de Anésio evitó un desenlace fatal.