Los iraquíes elegirán un nuevo parlamento mañana, dos años después de una ola de protestas contra el gobierno. barrió el país marcado por la guerra, pero los analistas dicen que es poco probable que la votación produzca un cambio importante. (Foto de AHMAD AL-RUBAYE / AFP)
Los iraquíes elegirán un nuevo parlamento mañana, dos años después de una ola de protestas contra el gobierno. barrió el país marcado por la guerra, pero los analistas dicen que es poco probable que la votación produzca un cambio importante. (Foto de AHMAD AL-RUBAYE / AFP)

realiza el domingo elecciones legislativas anticipadas que el poder presenta como una concesión ante las protestas populares de 2019. Aun así, no se esperan grandes cambios ante la corrupción endémica y la influencia de los grupos armados.

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Los colegios electorales abren el domingo a las 07H00 (04H00 GMT) y cerrarán a las 18H00 (15H00 GMT) excepto si se prolongara el horario. Decenas de observadores internacionales de la y la Unión Europea vigilarán el proceso.

Alrededor de 25 millones de personas están convocadas a las urnas para elegir a 329 diputados entre 3.240 candidatos con un nuevo sistema electoral de circunscripción uninominal que, teóricamente, debe promover a los candidatos independientes.

Los resultados provisionales se esperan 24 horas después del cierre de los locales, pero los definitivos no llegarán hasta una decena de días, según la comisión electoral.

El primer ministro Mustafá al Kazimi, que oficialmente no aspira a seguir en el cargo, definió la votación como “una oportunidad histórica” debido a la “reforma total” del sistema electoral.

Los expertos, sin embargo, pronostican una abstención récord en este país petrolero de 40 millones de habitantes, lastrado por décadas de conflicto y violencia.

“Nada va a cambiar”

Previstas inicialmente en 2022, las elecciones se anticiparon para apaciguar las protestas del otoño de 2019, en el que estalló el hartazgo popular por la corrupción sistémica, los deficientes servicios públicos y la economía precaria.

Tras una represión que dejó al menos 600 muertos y 30.000 heridos, el movimiento se desinfló. Después, decenas de activistas sufrieron secuestros, asesinatos o intentos de asesinato posteriormente, imputados a facciones proiraníes.

Criticando estas coacciones, muchos militantes de esas protestas prevén boicotear la votación.

“Nada va a cambiar. Estas elecciones las ganarán las mismas facciones contra las que el pueblo se manifestó”, dice en Bagdad Mohamed Kasem, de 45 años, que no participará.

“No tenemos electricidad, ni transportes, ni servicios públicos, un ministerio de Sanidad miserable. Y eso que Irak es el país más rico de la región”, protesta esta jornalero.

Los bloques tradicionales de la política iraquí deberían mantener su representación en un parlamento fragmentado y sin claras mayorías que obligará a los partidos a negociar alianzas, indican los expertos.

“Presión, intimidación, amenaza”

La votación transcurrirá entre un gran dispositivo de seguridad en un país donde sigue activo el grupo Estado Islámico. Los aeropuertos cerraron el sábado por la noche y no abrirán hasta la madrugada del lunes.

Como todas o casi todas las formaciones disponen de sus propias facciones armadas, también preocupa la posibilidad de fraudes y violencia postelectoral.

“El día de la votación, los iraquíes deben tener confianza para votar como ellos quieran, en un ambiente libre de toda presión, intimidación y amenaza”, dijo el viernes la misión de la ONU en Irak.

La victoria apunta al movimiento de Moqtada al Sadr, el exjefe de una milicia chiita antiestadounidense que ya tenía la bancada más amplia en el parlamento saliente.

Pero deberá entenderse con sus grandes rivales chiitas, las facciones armadas proiraníes de Hashd al Shaabi, que entraron al Parlamento en 2018 tras participar en la victoria contra los yihadistas del EI.

En un escenario polarizado por cuestiones como la influencia de EEUU o Irán, los partidos entablarán largas negociaciones para acordar un nuevo primer ministro, cargo que suele ocupar un musulmán chiita.

“La elección dará probablemente lugar a otro parlamento fragmentado, que provocará mercadeos oscuros entre las diferentes facciones para formar el próximo gobierno”, resumen los analistas Bilal Wahab y Calvin Wilder en un análisis del Washington Institute.

Es difícil ver en estos comicios “más que un juego de sillas musicales”, añaden.

Y las exigencias de la ola de protestas de 2019, como la lucha contra la corrupción, la creación de empleos o la rendición de cuentas de los grupos armados, “tienen pocas opciones de verse satisfechas”.

Fuente: AFP

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