Redacción PERÚ21

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Es uno de los tres restaurantes operados por la ONG The Clink, cofundada  por Alberto Crisci, un chef y gerente de catering de prisiones, preocupado por la rehabilitación de los presidiarios.

De acuerdo al portal 'Culinary Interaction', en 2009, Crisci trabajaba en la prisión 'Her Majesty's' de High Down cuando se dio cuenta del potencial humano dentro del sistema carcelario, donde el problema más grave es la reincidencia.

Una vez cumplida su condena, estos no podían conseguir empleos: sus estaban destruidas y no querían contratar a nadie con un historial delictivo. 

De modo que construyó una plataforma para entrenar a los presos como cocineros y meseros durante 40 horas a la semana. Luego organizó eventos para presentarlos a los empleadores dejaban a un lado los prejuicios.

'The Clink' apuesta por eso: por el potencial humano e invierte en el tiempo en el que están recluidos para darles herramientas que les permitan superar los obstáculos que los llevaron a la prisión.

Con servicio de desayuno, comida, té y cenas, la carta es bastante corta, pero con precios ajustados para tratarse de y una presentación que, a la vista de las imágenes de los platos, no tiene nada que envidiar a la de restaurantes de cierta categoría.

PERO, HAY REGLAS...

No se sirve alcohol en el restaurante. No se puede dejar propina, pero se admiten donativos. Tampoco se puede fotografiar a los camareros y cocineros. 

De hecho, también se pide no comentar la experiencia con demasiado detalle en las redes sociales. TripAdvisor lo eligió como el mejor restaurante de esta ciudad europea.

También está prohibido acceder al restaurante con más de 50 libras en efectivo, y los periodistas tendrán que tener un permiso especial para poder comer allí.

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