En 2014, el entonces presidente de Uruguay, José “Pepe” Mujica, dejó claro que jamás vendería su querido Volkswagen Escarabajo de 1987 —conocido localmente como el “Fusca”— pese a haber recibido una oferta de un millón de dólares por parte de un jeque árabe.
“Mientras esté vivo, dormirá en el galpón y dará una vueltita”, dijo Mujica durante su programa radial en la emisora M24, reafirmando su apego por el auto que se convirtió en símbolo de su sencillez y estilo de vida austero. La propuesta de compra, que fue confirmada por él mismo en aquella transmisión, no logró tentarlo, pues para el mandatario el valor del vehículo trasciende lo económico.
Según contó, el Fusca fue un regalo de un grupo de amigos que hicieron una colecta para obsequiárselo. “Nunca podríamos venderlo, pues ofenderíamos a ese puñado de amigos que se juntó para darnos ese regalo”, explicó Mujica, visiblemente conmovido.
El expresidente también compartió su historia de amor con los Escarabajos, que se remonta a su juventud en los años 50. “El primero lo conocimos cuando éramos muchachos. Nos pareció horrible, pero cuando intentábamos cambiar la suerte del mundo en que vivimos, nos enamoramos de ellos”, recordó.
Mujica y su esposa, la senadora Lucía Topolansky, tenían en ese entonces dos Fuscas: uno en desuso y otro que utilizaban a diario. Ambos seguirían “vegetando en los galpones de la chacra”, según dijo, mientras ellos estuvieran vivos. “Y luego el porvenir dirá su destino”, agregó.
La negativa de Mujica a vender su Fusca generó simpatía en redes sociales y reforzó su imagen como “el presidente más humilde del mundo”. Para él, la lealtad a los afectos y la memoria pesa mucho más que cualquier cifra millonaria.
Aprovecha la NUEVA EXPERIENCIA, recibe por correo y por Whatsapp nuestro periódico digital enriquecido. Perú21 ePaper.
¡Ahora disponible en Yape! Búscanos en YAPE Promos.
