Hiroo Onoda falelció a los 91 años. (AP)
Hiroo Onoda falelció a los 91 años. (AP)

Redacción PERÚ21

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Un soldado japonés que se ocultó en la selva filipina durante casi tres décadas, porque no creía que la Segunda Guerra Mundial hubiera terminado, murió en a los 91 años de edad.

Hiroo Onoda emprendió una guerrilla contra las tropas estadounidenses en la isla de Lubang, cerca de Luzón, hasta que finalmente fue persuadido en el año 1974 de que la guerra había finalizado.

Durante años se le lanzaron octavillas desde aviones y se realizaron otros esfuerzos sin éxito para convencerlo de que el ejército imperial había sido derrotado. Fue necesaria la visita de quien fuera su comandante para que Onoda pusiera punto final a su guerra personal.

Onoda fue el penúltimo de muchos de los apodados 'holdouts' designados por varios países del sudeste de Asia, hombres que simbolizaron la asombrosa y absoluta perseverancia de quienes fueron llamados a luchar por su emperador.

Entrenado como oficial de información y en tácticas de guerrilla, el teniente Onoda, con 22 años fue enviado a Lubang en 1944, ya sobre el final de la guerra, y sus consignas para él y sus hombres eran no rendirse jamás, no recurrir a los ataques suicidas, y mantenerse firmes hasta que les llegaran refuerzos.

Este incidente conmocionó a Japón, por lo que se decidió llevar a Lubang a miembros de su familia con la esperanza de convencerlo de que las hostilidades habían terminado hacía mucho tiempo.

Onoda explicaría después que había creído que los intentos por convencerlo eran obra de un régimen títere instalado en Tokio por Estados Unidos.

Finalmente, en 1974, quien fuera su comandante directo logró visitarlo en su escondite en la selva y le dio la orden de deponer las armas, y así la guerra personal de Onoda llegó a su fin. Este fue el penúltimo soldado nipón de la Segunda Guerra Mundial en rendirse.