Un centenar de movimientos sísmicos sacudieron anoche la zona del norte de Italia que ayer se vio afectada por un sismo de magnitud 5.9 en la escala de Richter, que dejó siete víctimas mortales.
Los temblores registrados en las últimas horas fueron de menor intensidad que el del domingo, que afectó principalmente a la región en torno a Bolonia, Módena, Ferrara, Mantova y Rovigo. Las dos más fuertes de esta madrugada llegaron a los 3.7 y 3.6 en la escala de Richter.
Las fuertes lluvias y vientos complicaron las tareas de los socorristas. Según informó el Ministerio de Interior, cerca de 650 rescatistas, equipados con 53 vehículos especiales, llegaron a la zona para inspeccionar cientos de edificios dañados, reparar el tendido eléctrico y el servicio de canalización y limpiar las carreteras afectadas.
Tras el terremoto del domingo quedaron afectadas numerosas casas y fábricas. Casi 3,000 personas debieron pasar la noche en tiendas de campaña y pensiones, o en casas de familiares y amigos. Además, la cárcel de Ferrara debió ser evacuada después de las réplicas, informó la televisión pública Rai.
Algunas personas declararon a la televisión durmieron en sus vehículos por temor a más terremotos. Muchas escuelas de la región permanecerán cerradas hoy y mañana. La cifra de los daños es incalculable, sobre todo en algunos edificios históricos de la región.
Hay cuatro trabajadores y una anciana centenaria que murieron aplastados por los escombros. A su vez, una alemana de 37 años y una mujer de 86 años fallecieron tras el sismo, probablemente a causa de la conmoción.
Tras lo ocurrido, el primer ministro italiano, Mario Monti, decidió partir antes de tiempo de Chicago, donde asistía desde ayer a una cumbre de la OTAN.