Tras el retiro de las tropas militares de EEUU de Irak, la situación en el país del Medio Oriente parece estar lejos de la armonía e, incluso, el fantasma de la división religiosa parece resucitar por la antigua enemistad entre los chiíes y los suníes.
Prueba de ello es que, apenas horas después de que los últimos soldados estadounidenses abandonaran el país, el primer ministro irakí, Nuri al Maliki –de origen chií- pidió a las autoridades que entreguen a la justicia al vicepresidente Tarik al Hachemí, de origen suní.
Según la denuncia, el vicepresidente habría dirigido escuadrones de la muerte. El principal sustento de la acusación son las confesiones de sus guardaespaldas, quienes aseguran que Al Hachemí les ordenó cometer atentados terroristas.
"Pedimos a nuestros hermanos en la región de Kurdistán que asuman la responsabilidad y entregue a la persona buscada al poder judicial. Su huida a otro país crearía problemas", afirmó el primer ministro.
Al respecto, el gobierno de EEUU ha expresado su preocupación por este enfrentamiento que parte en dos a Irak. El vicepresidente Joe Biden dijo que el régimen de Barack Obama "vigila muy de cerca" la situación y urgió a las autoridades a solucionar la crisis.
CONFLICTO HISTÓRICOLa enemistad entre ambos grupos islámicos data de siglos atrás. Aunque la rama suní es la mayor a nivel mundial, en Irak el 80% de la población es chií. Tras la caída del dictador Sadam Hussein, este grupo tomó las riendas de la mayoría de instituciones –antes dominada por la minoría suní– y dejó el riesgo de que la violencia se desbande.